Francia dispone de su mejor generación de futbolistas desde la que se coronara en Mundial y Eurocopa a fines de los 90. Variada, talentosa, competitiva, disfrutará como aquel plantel capitaneado por su hoy seleccionador Didier Deschamps, de ser local en un gran evento.

 

Para la Euro 2016, en todo caso, el principal problema puede ser lo que se ha movido telúricamente en los intestinos de su plantel.

 

Que la máxima estrella del equipo esté involucrado en un problema judicial con un mediocampista con pinta y antecedentes de titular, enrarece demasiado el ambiente.

 

Este jueves se ha comenzado a despejar el embrollo legal para que Karim Benzema y Mathieu Valbuena retornen a las convocatorias; lo que no es seguro es que regrese la tranquilidad. Tanto, que buena parte de los aficionados franceses, como acaso su entrenador nacional, estarán dando vueltas a un dilema: ¿es preferible contar con el virtuoso Benzema, más allá de lo que eso genere al interior y exterior del equipo? ¿O resulta prioritario cuidar ese clima de paz, incluso si el precio es prescindir del goleador madridista?

 

Las opciones ofensivas de Francia son tan amplias como contundentes: Antoine Griezmann es ya uno de los mejores delanteros del mundo; Anthony Martial se ha convertido, pese al desastre del Manchester United, es la mayor revelación de la temporada; Olivier Giroud, a menudo criticado, mantiene un alto volumen de productividad en Arsenal; Andre-Pierre Gignac ha conseguido que su país gire permanentemente los ojos hacia su labor en México. Y, detrás de ellos, el gran Paul Pogba.

 

Claro que Benzema en paz sería titular y pilar, pero vistos todos los recursos, hoy no es tan insustituible como en el pasado Mundial de Brasil 2014.

 

Tras haber levantado como capitán los trofeos más relevantes (la Champions League con el Olympique, Mundial y Eurocopa con Francia), Deschamps se enfrenta a una oportunidad única de equiparar como entrenador su palmarés como jugador. Su trabajo ha sido especialmente bueno, pero todo se juzgará con base en lo que suceda en su país en junio.

 

Al tiempo, se piensa en un extraño escenario de dos futbolistas enfrentados legalmente, separados por su declaración ante el juzgado, compartiendo el balón. Dando por cierta la implicación de Karim en el escándalo de chantaje, Valbuena ha dicho que “no le haría esto ni a mi peor enemigo. Nunca me pude imaginar que detrás de esta historia estuviera Karim Benzema”. Los políticos, necesitados siempre de protagonismo, tampoco han tardado en meter su cuchara; el primer ministro, Manuel Valls: “Un gran deportista, que es seguido de manera masiva, tiene que ser ejemplar. Y si no es así, no tiene sitio en el equipo de Francia”; el ex presidente y hoy líder opositor, Nicolás Sarkozy: “no me gustan las lecciones de ejemplaridad; todo el mundo habla de cosas que no conoces que están cubiertas por el secreto de interrogación”.

 

En el fondo, una selección con su mejor plantel desde los dorados 1998 y 2000. Plantel que con Benzema es, sin duda, superior. Plantel que con Benzema tiende a ser una bala al aire.

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