Sólo Dante Delgado Rannauro sabe por qué.

 

El caso es que ha decidido desligarse definitivamente de Andrés Manuel López y ya no poner más las siglas de su partido, Movimiento Ciudadano (MC), a disposición del tabasqueño.

 

Jugó con él durante mucho tiempo.

 

Tres elecciones federales y más de 80 estatales.

 

Confirma:

 

–Recuerde que fuimos los primeros en ir en alianza, en 2000, con Cuauhtémoc Cárdenas. Lo hacíamos convencidos de sumar fuerzas para la victoria y realizar un proyecto distinto para México –me dice.

 

–Luego fueron con Andrés Manuel para dos presidenciales en 2006 y 2012.

 

–Sí, así fue.

 

–¿Y por qué ya no? –le pregunto.

 

–Simple: porque entronizamos a otros y el país sigue igual. Nada cambió: ni la política, ni el manejo económico, la marginación… nada. Pareciera que este país es el mismo de entonces y de ahora.

 

Es su máxima referencia a López.

 

Dante Delgado Rannauro

El de Macuspana pudo ser presidente de México en 2006 y le faltó altura cuando las encuestas estaban a su favor.

 

No fue al debate con el candidato panista Felipe Calderón, con quien competía por las preferencias, ni el priista Roberto Madrazo, al final dejado en las votaciones en un lejanísimo tercer lugar.

 

Llamó chachalaca a Vicente Fox y se desplomó.

 

Pese a ese fracaso, Movimiento Ciudadano jugó con El Peje hasta 2012 y una vez más esa vieja alianza –Partido de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y MC– tuvieron alguna posibilidad.

 

No será lo mismo en 2018.

 

El alejamiento, aunque no rompimiento, está dado.

 

Vamos por capitales y ciudades grandes

 

¿A qué le tira Movimiento Ciudadano solo en competencia?

 

Dante Delgado Rannauro no duda:

 

–A mucho.

 

Y precisa:

 

–Nadie se ha dado cuenta. Vamos por muchas ciudades importantes, sobre todo capitales. Ahí está nuestro voto, nuestro caudal político.

 

–Bueno –le comento-, tienen Guadalajara y su conurbada.

 

–Sí, nos fue muy bien en Jalisco.

 

–Y ahora van por la gubernatura de Jalisco con Enrique Alfaro, actual alcalde de Guadalajara.

 

–Por supuesto –remata–. Pero para entonces tendremos mucha más infraestructura. La estamos construyendo. Es lo que estamos haciendo en 2016 y seguiremos en 2017, cuando haya elecciones en el Estado de México y en Nayarit.

 

Hace una acotación:

 

–Todavía falta tiempo. Esperemos. Tal vez para entonces el escenario sea diferente y no juguemos como piensa la gente o nosotros mismos.

 

–Lo veo decepcionado de El Peje –le repito.

 

–Mire –elude con habilidad–, en México no hay política, sino politiquería. Así vivimos.

 

–¿Nunca más una alianza con Andrés Manuel?

 

–En México la política es de tiempos, no de predicciones. Dejemos que se den las circunstancias. Por el momento la decisión es ir solos ahora y en 2018, con candidato presidencial propio.

 

Y la CTM da la espalda a Gamboa Pascoe

 

El que a hierro mata, a hierro muere.

 

Joaquín Gamboa Pascoe luchó por ser el personaje único de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y su megalomanía lo llevó a retirar del patio central de la central a sus antecesores Fidel Velázquez y Leonardo Rodríguez Alcaine.

 

En su lugar colocó una estatua suya cuando joven e ignoró a quienes lo auparon como dirigente obrero hasta ser líder del Senado de la República durante el sexenio de José López Portillo.

 

Murió cuando nadie lo esperaba, al menos no la gerontocracia cetemista.

 

Pero ahora esa gerontocracia ha decidido votar y trata de rendir tributo a quienes han dirigido, en el largo cacicazgo de la Confederación, a la clase obrera de México.

 

Esto supone retirar su estatua.

 

¿Qué harán?

 

Está votado: quitar su figura, pero se verá cómo rendir homenaje a Fidel Velázquez y Leonardo Rodríguez Alcaine.

 

Las fieras están sueltas.

 

Hoy nadie sabe hacia dónde va la CTM con Carlos Aceves del Olmo.

 

Pero un dato es cierto: ya no está hecho de la madera ingrata de Gamboa Pascoe y pronto sabremos hacia dónde se dirige y hacia dónde encamina a la principal central de trabajadores del país.