La veracruzana Anabel Flores Salazar es hoy parte de la enorme lista de periodistas asesinados. Vivía en la zona de Orizaba y la noche del 8 de febrero estaba en su habitación con su bebé de 15 días de nacido, cuando presuntos militares la encañonaron y arrastraron hasta una camioneta gris, color que daba paso a lo negro que vendría.

 

A pocas horas de su secuestro, las autoridades encargadas de la procuración de justicia daban a conocer que se presumía la cercanía de Anabel Flores con miembros de la delincuencia; un informe que revictimizó anticipadamente a la reportera desaparecida.

 

Lo que vino después fue el macabro hallazgo del cuerpo de Flores Salazar a la orilla de una carretera en el estado de Puebla, zona ubicada a pocos kilómetros de la casa de Anabel, de donde fue sacada a la fuerza.

 

Más allá de las investigaciones que, como suele pasar, aseguran que se llevan a cabo con el refrito “en tiempo y forma”, el caso de Anabel Flores Salazar tiene grandes similitudes con otros asesinatos de periodistas en Veracruz, a los cuales en forma anticipada se les relaciona en pocas horas con la delincuencia, como fast track para justificar el grave delito.

 

En el caso más reciente, la familia de la periodista de Orizaba narró en forma detallada un hecho que pudiera estar relacionado con el secuestro y asesinato.

 

El 30 de agosto de 2014, Anabel Flores estaba en el municipio de Acultzingo, estado de Veracruz, en donde asistió a una fiesta en compañía de su familia y, se asegura, incluso había niños.

 

Hasta el lugar llegó un comando de soldados, los que, bajo amenazas, revisaron a cada invitado que ahí se encontraba.

 

Anabel Flores Salazar habría dicho: “Yo soy periodista, ¿por qué hacen esto?”. Y uno de los uniformados contestó “Mira, tú estás comiendo con el enemigo”. Momentos después, metieron a los invitados a un cuarto, volteados contra la pared y se llevaron a tres hombres que se encontraban en el restaurante, pero que en ningún momento tuvieron trato directo con Anabel Flores o con su familia.

 

La reportera sacó la cámara de su celular y documentó lo que estaba sucediendo. De acuerdo con un testigo, “Anabel fue la única que les dijo ‘soy Anabel Flores’ y sacó la identificación del periódico y la enseñó a los soldados”.

 

Durante el mandato del gobernador de Veracruz, Javier Duarte, se han documentado 49 hechos violentos contra mujeres periodistas, entre los que hay tres casos de feminicidio, con lo que la entidad se posiciona como la más peligrosa para las comunicadoras que trabajan en México.

 

En el estado de Veracruz, de 2010 a la fecha, 17 periodistas han sido asesinados. La desgarradora cifra ya ubica a este territorio como uno de los más peligrosos para ejercer el periodismo.

 

La Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió un comunicado a raíz del asesinato de Anabel Flores Salazar, en donde subraya:

 

“Los casos de agresiones a periodistas con investigación deficiente y sin sanción, evidencian la falta de condiciones que las autoridades de los tres órdenes de Gobierno están obligadas a generar”.

 

En Veracruz, la frialdad de las cifras se equipara al desdeño de las autoridades estatales. Como ejemplo inmediato, durante los servicios funerarios de la reportera Anabel Flores Salazar, nadie del gobierno local acudió a dar el pésame, menos aún para comprometer mayores acciones de seguridad para los periodistas veracruzanos.

 

El gobierno de Javier Duarte, ya está inscrito como el periodo del cementerio de periodistas.

 

Ágora

 

A través de Twitter, el gobernador Javier Duarte dio a conocer que a Josele Márquez, alias El Chichi, recién internado en Puente Grande, se le relaciona, entre muchos crímenes, con la autoría intelectual del asesinato de la periodista Anabel Flores. Al momento, el dicho solo se hizo por redes sociales.