Gobernadores que besan la mano del Papa, secretarios de Estado apurados por conseguir una foto, gritos desbordados para pedir la bendición… es la élite política mexicana rendida ante Francisco.

 

Faltaban pocos minutos para las 11:00, de un sábado soleado en la capital del país pero al interior de Palacio Nacional, donde se montó un set para recibir al Pontífice, la temperatura es más baja.

 

Francisco bajó del escenario junto al presidente Enrique Peña Nieto. En las primeras filas se encuentran los secretarios de Estado, la mayoría del gabinete.

 

Uno de los más animados fue Idelfonso Guajardo, titular de Economía, que hace lo posible por obtener una foto con el Papa; más mesurado el secretario de Defensa, Salvador Cienfuegos, lo saluda con solemnidad; la canciller Claudia Ruiz le intenta presenta a su hijo.

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Al tiempo, desde las gradas, habilitadas para mil invitados especiales, en su mayoría funcionarios de menor rango y familiares, se escucha: “papa Francisco su bendición, queremos su bendición”, en repetidas ocasiones y a grito abierto.

 

Abajo, Francisco, el primer jefe de Estado Vaticano en ser recibido en Palacio, avanza y saluda a la familia presidencial, los hijos del mandatario y los de su esposa Angélica Rivera.

 

Más adelante están los gobernadores, en primera fila, los de las entidades que visitará; y desde la segunda fila, la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich se abre paso, su objetivo besar la mano del papa y lo consigue. Se retira con una gran sonrisa.

 

Manuel Velasco, gobernador de Chiapas, junto a su esposa, la actriz Anahí, también se inclina para besar la mano de Francisco. Y en las gradas, los gritos que solicitan la bendición se hacen más ensordecedores.

También en primera fila, Agustín Basave, líder del PRD; Ricardo Anaya, del PAN, y Manlio Fabio Beltrones del PRI, saludan al papa con emoción.

 

Uno de los últimos en estrechar la mano de Francisco es Emilio Gamboa, líder de los senadores priistas, mientras le toma del brazo, por unos segundos logra charlar con el papa. “Bendición, bendición…”, todavía se escucha.

 

Y ya por abordar el papamóvil, Francisco voltea hacia la multitud, todos vestidos formales, y no, no les da la bendición litúrgica, solo se despide con la mano.

 

La visita del papa Francisco a Palacio Nacional se considera de Estado, por eso, minutos antes se le rindieron honores como tal.

Pero a la élite política del país se le olvida el Estado laico, marcado en la Constitución, y rinde tributo a Francisco como máximo jerarca del la iglesia católica; incluso el discurso del Presidente, minutos antes, esboza un guiño al catolicismo: “México es un pueblo orgullosamente guadalupano”, le dice al Pontífice.

 

El papa Francisco sale de Palacio; mientras, en el recinto, los asistentes están emocionados e intercambian comentarios sobre su acercamiento con el jerarca católico.