Una vieja tradición del futbol mexicano era insinuar que si Chivas se encontraba en un gran momento, bastaba con mandarle 11 uniformes del Tricolor para conformar el equipo nacional. La postura se atribuía, obviamente, a la condición cien por ciento mexicana del plantel tapatío, pero, sobre todo, a la inmensa y muy emotiva penetración que ese escudo tiene en buena parte de la afición del país.

 

Como ya ha pasado demasiado tiempo sin que el Rebaño atraviese un instante de hegemonía y brillantez, esa especulación, tan recurrente en los años 60, se ha empolvado y casi mandado a archivo muerto. Más doloroso incluso, que el gran rival, el muy extranjero América, sí fue abrumadora base de la Selección que logró el pase a Brasil 2014 en la recalificación contra Nueva Zelanda.

 

En todo caso, y antes de pasar a la polémica de esta semana con la decisión chiva de no ceder jugadores a la Selección, el precedente es demasiado claro: en la pasada Copa del Mundo no hubo un solo convocado del Chiverío, al tiempo que en Sudáfrica 2010 sí hubo cinco, pero sólo Javier Hernández (que ya pertenecía a Manchester United) jugó con asiduidad.

 

Hoy el Guadalajara, en todo su derecho, le dice que no a la Selección Mexicana de cara a un partido amistoso a efectuarse fuera del calendario estipulado por la FIFA para actividad de los representativos nacionales. Es decir, que estará violando los acuerdos contraídos en la Femexfut, aunque no el reglamento internacional para este tipo de duelos.

 

El mensaje ha sido que primero está el equipo. Muy bien. Supongo que lo mismo pensarán absolutamente todos los demás clubes orillados a prestar futbolistas a una selección, expuestos a riesgo de lesiones, afectados por largos vuelos, privados de trabajo colectivo. Sucede que el Guadalajara, por lo que representa en este país, tendría que ser el primero en levantar la mano para la Selección y enorgullecerse de por fin volver a tener elementos en una convocatoria: si de estricta y supuesta mexicaneidad hablamos, después del Tri, sólo Chivas…, pero no ha sido así; más bien se ha montado un demagógico show mediático, como si fueran a perderse un encuentro cumbre de la temporada y no sólo una serie de entrenamientos.

 

Tengo la impresión de que el Guadalajara, en su nuevo hábito de pelear por no descender, se ha olvidado de su viejo hábito de encabezar a las selecciones nacionales, que es también encabezar al futbol mexicano.

 

Y, en el limbo, sus jugadores.

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