Pocas veces a lo largo de su historia, el futbol mexicano ha contratado a algún futbolista de tal dimensión en tal momento de su carrera.

 

Por supuesto que han venido leyendas de mayor tamaño que André-Pierre Gignac, como Emilio Butragueño, Eusebio, Iván Zamorano, Josep Guardiola, Didí, Dirceu, pero con una atenuante: que a diferencia del caso del francés, que se encuentra en máxima plenitud, la mayoría de las glorias que han incorporado a la liga mexicana lo han hecho en un momento de evidente declive.

 

Eso sirve para explicar cómo tan pronto y con tanta frecuencia, el ex del Olympique de Marsella demostró que se encuentra muy por encima del resto de los jugadores de este torneo. Su capacidad para generarse espacios, sus recursos, su amplia gama de remates, su presencia, fueron la principal columna sobre la que se recargó la coronación de Tigres en el Apertura 2015.

 

Sin embargo, no podemos limitar a eso la aportación de Gignac. Es el más renombrado y el mejor pagado de esta liga, pero está muy lejos de comportarse como diva. Entregado, apasionado, revolucionado, fue el mejor ejemplo de que en el conjunto regiomontano todos debían de correr y luchar. Se esperaba que contribuyera con goles, aunque al final resultó que también lo hizo con sangre.

 

Queda una gran lección para los demás clubes del futbol mexicano: en lugar de saturarse de extranjeros de medio pelo, valdría la pena apostar por un figurón de esas condiciones. No será sencillo atraer a otra estrella del futbol europeo a México, aunque lo de André-Pierre debe de quedar como precedente. Lo primero es encontrar su disposición a dejar las grandes ligas del viejo continente. Lo segundo, hallar cracks con contrato finalizado, a manera que baste con un elevado sueldo para traerlos (y no sea necesario pagar un traspaso millonario). Y, lo tercero, tener presupuesto, pero me queda claro que un Gignac vale más que tres futbolistas de dudosas condiciones, con los que se rellenan los planteles y se regodean los promotores, que al cabo cuestan lo mismo.

 

Con Karim Benzema inhabilitado para acudir a la selección francesa, es muy factible que veamos a Gignac en la próxima Eurocopa. El goleador de Tigres aprovechó su reciente convocatoria para anotar a Alemania en un partido que, obviamente, será mucho más recordado por los trágicos sucesos de ese día en París.

 

Golazos, grandes asistencias, impacto comercial, constantes muestras de su aprecio por la plaza en la que ahora juega (como el convivio con el bebé bautizado como André-Pierre Gignac), carisma, detalles como leer en su perfil de twitter “Sang bleu et blanc (Marsella no de Rayados)”, es decir, aclarando que es de sangre azul y blanca, pero por el Olympique y no por el acérrimo rival en Monterrey.

 

El ejemplo para los demás equipos mexicanos puede verse en el Estadio Universitario, con ese, uno de los mejores fichajes en la historia de nuestro futbol.

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