La victoria de Andrés Manuel López ha llegado en secreto.

 

Es el principio del cierre de cuentas con Arturo Núñez Jiménez, a quien El Peje empujó contra propios y extraños, contra perredistas y priistas, y por supuesto contra todo pronóstico, para ser gobernador de su estado.

 

El mérito de López fue la anulación de las votaciones para el municipio de El Centro, donde se ubica la cabecera estatal Villahermosa, capital de Tabasco.

 

Morena, y en menor medida el Partido Verde, estructuraron una impugnación razonable sobre la manipulación política.

 

Documentaron una y mil anomalías cometidas desde el poder para favorecer al PRD, todas convalidadas por los magistrados del Tribunal Electoral federal.

 

Lo hicieron a despecho del PRI, único en competencia y principal afectado por las violaciones a la norma y a la ética política.

 

Porque fue el único abanderado a sufragios de repetir como alcalde de Villahermosa.

 

Como sea, El Peje y los representantes legales de Morena fundamentaron sus recursos, la Sala Superior del Tribunal de Constancio Carrasco Daza les dio validez y habrá elecciones extraordinarias en El Centro.

 

Aquí es donde está la base de esta noticia.

 

El Peje repite a su administrador

 

Llamados los partidos a extraordinarias, todo vuelve al principio.

 

A antes del 7 de junio.

 

Y volverá bajo la estrecha vigilancia del INE de Lorenzo Córdova y por supuesto del Tribunal de Constancio Carrasco porque los antecedentes cuentan.

 

Pero será la oportunidad para Andrés Manuel López para vengarse de Arturo Núñez Jiménez, a quien no baja de traidor y alquimista por haber favorecido a los perredistas contra Morena.

 

Lo político es un factor y es pleito entre ellos, sobre todo si el cumplimiento de compromisos incluye la puesta a disposición de El Peje de la hacienda estatal.

 

Pero estadísticamente no tiene mucha razón.

 

Su candidato, Octavio Romero Oropeza, quedó en cuarto lugar, atrás de sus contendientes perredista, priista y panista-verde.

 

Pero es el hombre de sus mayores confianzas y ahí están los bemoles.

 

Romero Oropeza fue su oficial mayor en el GDF, le administra sus negocios privados y le conoce todos sus movimientos financieros personales y familiares.

 

Por ello lo ha ratificado como seguro candidato para las extraordinarias.

 

Con un problema: Romero Oropeza está muy enfermo –familiares suyos hablan de cáncer terminal– y por ello se ve imposible la posibilidad de retomar una campaña triunfadora, arrasadora.

 

Dada esa circunstancia, he aquí el pronóstico de Teléfono Rojo:

 

Quien hará campaña en Villahermosa no será Romero Oropeza, sino el propio Andrés Manuel a fin de asegurar la victoria y arrebatar a Arturo Núñez la principal plaza de Tabasco rumbo a la sucesión de 2018.

 

Lo dicho: la bandeja está puesta para servirse.

 

Una pejista en la mira del priismo

 

Todavía es imprevisible a quién se enfrentará el pejista Octavio Romero Oropeza.

 

Oficialmente el ganador de las elecciones del 7 de junio pasado fue Gerardo Gaudiano, del PRD.

 

Con trampas, como documentaron Morena y el PVEM ante todos los órganos jurisdiccionales.

 

En el segundo lugar de los resultados apareció el priista Evaristo Hernández Cruz, un oscuro político cuya administración, de 2006 a 2009, es de insatisfacciones y dudas.

 

En tercera posición quedó la candidata de la alianza PVEM-PAN, Rosalinda López Hernández, quien había jurado lealtad a El Peje pero, como con todos, éste la traicionó y decidió buscar un destino distinto.

 

Pero de junio a la fecha las condiciones políticas han cambiado, sobre todo para el PRI.

 

Hay un nuevo dirigente, Manlio Fabio Beltrones, quien ha servido de puente de comunicación con Federico Pico Madrazo, delegado del Verde e hijo de Roberto Madrazo Pintado.

 

Están dadas las condiciones:

 

Si Pico negocia con el PRI de Beltrones –y las pláticas avanzan– podría repetir Rosalinda como candidata y arrastrar consigo gran parte del voto perredista, de Morena y de otros agrupamientos de izquierda.

 

Es decir, está a la vista la oportunidad para el PRI.

 

Pronóstico riesgoso, pero viable.