El nuevo Reglamento de Tránsito ha causado mucha expectativa entre los capitalinos. Existen dudas e inconformidad con las nuevas disposiciones.
Acostumbrados a una dinámica en donde siempre hay una posibilidad de darle la vuelta a la Ley, los ciudadanos entramos hoy a una nueva etapa, en donde una parte importante de las multas serán levantadas a distancia, por medio de dispositivos electrónicos, y por situaciones que consideramos comunes, aunque no por ello correctas. Además estaremos frente a una visión de movilidad en donde la prioridad es la seguridad de la personas.
Miembros de una cultura del culto al auto por sobre el peatón, ahora nos incomoda detenernos a darle el paso a quien cruza la calle o, finalmente, respetar el límite de velocidad en las zonas escolares, o más aún, no poder estacionar nuestro vehículo en la banqueta.
#VisiónCero
Al final de cuentas, las infracciones no son descabelladas y están enmarcadas en una lógica que busca menos accidentes. Hay que recordar las muertes por accidentes de tránsito, son la principal causa de muerte de los mexicanos entre 5 y 35 años de edad.
El nuevo reglamento se encuentra dentro del concepto “Visión Cero”, una tendencia que ya lleva más de 15 años en Suecia y que se basa en algunos principios, tales, como que la vida es prioridad cuando hablamos de movilidad.
“Es un concepto que parte del principio rector de que las muertes y lesiones en las calles no son aceptables y que los hechos de tránsito no son accidentes sino incidentes prevenibles que deben abordarse de manera sistemática”, según explica la propia Secretaría de Movilidad.
A partir de esta definición las infracciones son de lógica básica:
a) A menor velocidad, menor posibilidad de accidente mortales.
b) A menor distracción al conducir (por ejemplo hablando por celular, o con la música a todo volumen), menor número de accidentes.
c) A mayor protección al peatón o al ciclista por parte de la autoridad, habrá un mayor cuidado de parte de los automovilistas.
d)A mayor costo de las multas, mayor cuidado de los automovilistas en no violar el reglamento.
Si reducimos la intención del Reglamento a una mera cuestión recaudatoria, los argumentos parecen endebles y, entonces, los llamados para posponerlo tendrán eco, abandonando una medida de vanguardia para la ciudad.
Ya ha sucedido. Por ejemplo, con la Ley de Cultura Cívica que se ha quedado en una mera legislación accesoria, que todo mundo viola porque nadie sabe que puede apelar a ella para una mejor convivencia.
Por eso es importante ver el nuevo Reglamento de Tránsito en todo su contexto.