Nadie podrá decir esta vez que el club Guadalajara no lo ha intentado. Nadie podrá criticar a la directiva rojiblanca de haber querido ahorrar o escatimar en el gasto. Nadie podrá acusar hoy de malas decisiones, porque en esta fase de contrataciones el Chiverío ha hecho lo que debía, que es justamente lo que su amplísima afición exigía y esperaba.

 

Carlos Peña es el tipo de futbolista mexicano que escasea: potente, desequilibrante, hábil con el balón, dotado de gol, con pulmón y músculo suficiente para ir y venir, enlazando la fase defensiva con la ofensiva.

 

Es, sin duda, uno de los mayores talentos surgidos en nuestro país en los últimos años, con el añadido de que, a diferencia del resto de los de ese nivel para arriba, está en México y por lo visto quiere seguir jugando aquí.

 

No tiene que haber sido fácil convencer al León y subir la oferta hasta los siete u ocho millones de dólares, cifra muy alta para el mercado nacional, pero el apodado Gullit lo vale.

 

La misión será encontrar en él esa forma que ofreció previo al Mundial de Brasil 2014, cuando pintaba para titular en la línea media tricolor. Llegado el torneo y definida la apuesta de Miguel Herrera por el trío Vázquez-Guardado-Herrera, nos sorprendió que Peña desempeñara un rol tan discreto y se especuló que la lesión de su compadre Luis Montes lo había dejado afectado (algo que a la fecha hallo difícil de creer).

 

Carlos Pena, Matias BritosLo relevante es que Peña, con veinticinco años de edad, se ha subido a uno de los trenes más complicados de su carrera. En el Guadalajara tendrá que ejercer de líder futbolístico y mental, deberá cargar con la presión de un grande amenazado por el descenso, aprenderá a representar a una de las aficiones más sedientas del planeta, se le obligará a ser un futbolista mucho más integral de lo que hasta ahora ha sido. Él es desde hoy la máxima figura del Rebaño y bajo esa losa tendrá que desempeñarse con brillantez.

 

Unos días atrás se oficializó la llegada a Chivas del acaso mejor sub-20 mexicano, como lo es Orbelín Pineda. Dos fichajes, más alguno otro que tendrá que concretarse a la brevedad, que dan para creer en por fin ver a los tapatíos en donde se merecen.

 

Para ser claros: todo lo que no sea pelear el título, es poco para el Guadalajara. Vaya paradoja: la inmensa limitante que representa su filosofía de puros mexicanos, es también la razón de su grandeza, de su sentido social, de su definición como factor indispensable de la mexicanidad (curioso que de la Perla de Occidente nos llegaron esos tres elementos unificadores de la nación: mariachi, tequila y Chivas).

 

La limitante sólo se resuelve generando excelente talento en divisiones inferiores, mismo que sólo consumará su desarrollo si cuenta con arropo de cracks connotados. Es decir, que el trabajo en cantera no basta si no se gasta también en figuras como Gullit Peña.

 

Buenos augurios para el Rebaño y hacía buen rato que no era así. Ojalá, para empezar por bien del futbol mexicano, que en augurios no quede y se convierta en realidad.

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