“No sé qué van a hacer estos buenos para nada cuando sean viejos, porque hoy son unos mantenidos que hacen lo que quieren”. Reproduzco la frase que una persona dijera en torno a una breve conversación que tuvimos alrededor de la generación de los Millenials, quienes hoy, por los años en que nacieron (después de 1980, y hasta finales de los años noventa), poco a poco son más relevantes como fuente de reclutamiento para la mayoría de las empresas del mundo, y particularmente quienes se dedican a la venta de productos y servicios de tecnología e innovación.

La frase de aquella conversación, lleva al extremo lo que muchas personas piensan de una toda una generación con particularidades que hacen difícil insertarlos en un entorno laboral con visiones, paradigmas y lineamientos diferentes. Los Millenials hoy son analizados desde diferentes perspectivas, no solo como recurso laboral y el reto que representan, sino como audiencia meta para diferentes propósitos. Las empresas de investigación de mercados dedican tiempo y recursos para entender a una generación que parece llevar décadas de distancia con respecto a sus antecesores (la generación X, y no se diga los llamados “baby boomers”), por su visión idealista de la vida, su narcisismo exacerbado, y su excesiva adicción al uso de nuevas tecnologías, entre otras cosas. Y mientras cientos de entidades hacen uso de esa información y buscan acomodarse a la generación más apetecida del momento, empiezan a aparecer datos de quienes les siguen, llamados Generación Z, o Centennials.

De acuerdo con una infografía publicada por la consultora global The Futures Company, contrario a lo que podría pensarse, la generación de los Centennials presenta diferencias muy marcadas con respecto a los Millenials, que gerentes de mercadotecnia, y captadores de talento deberían tomar en cuenta, comenzando por una visión mucho más aterrizada y menos romántica de la vida.

La definición generacional de los Centennials abarca a quienes nacieron a partir del año 1997 a la fecha. Son una generación que creció en un momento donde no fue fácil ganar en casi cualquier ámbito de la vida, y que, para ser exitoso, hay que esforzarse de manera importante. Todo lo contrario a los Millenials que sueñan en su mayoría con ser Mark Zuckerberg o Steve Jobs sin demasiado esfuerzo, por el simple hecho de ser ellos (cuasi perfectos).

The Futures Company también explica que esta generación ha sido instruida por sus padres a mantener a flote su integridad, y ser altamente adaptables a las circunstancias que la vida les pone enfrente, sean las que sean. En contraste, la generación de los Millenials tuvieron un enfoque de desarrollo en mantener una alta autoestima y en exigir que el mundo respete su forma de ser.

La consultora entrega algunas cifras interesantes que reflejan los mensajes de la educación de esta generación. 68% de los Centennials dicen estar preocupados por la posibilidad de no estar preparados para el futuro, al contrario de la respuesta Millenial de que, son “muy jóvenes” para preocuparse por ello. Además, 60% de Centennials dicen que preferirían tener la garantía de que nunca serán pobres, en vez de pensar en las posibilidades de volverse rico… Efectivamente, como piensan la mayoría de los Millenials.

Con respecto a sus hábitos de consumo, la generación Centennial parece mostrarse menos interesada en que su guardarropa esté a la moda, un 47%, contra el 65% de los Millenials. Su relación con las plataformas tecnológicas, también va cambiando, pues mientras en la generación del milenio, el 77% tienen una cuenta de Facebook, el número decrece entre los más jóvenes, solo un 52%, con, seguramente, un porcentaje de uso más alto en nuevas plataformas como Snapchat.

Dos mundos, diferentes visiones de la vida. Yo, confieso, he sentido cierta desconexión con los Millenials durante varios años, al menos en el entorno laboral, pero es cierto que su ambición, narcisismo y aspiraciones, los hacen carnada muy atractiva para fines comerciales. Los datos parecen arrojarnos que detrás viene una generación aparentemente más fácil para lidiar en lo profesional, pero más complicada de cautivar para quienes ofrecen productos y servicios de consumo.