Aún con sus errores en el asfalto –que muchas veces los ponen en riesgo, a ellos y a los transeúntes–, los capitalinos en bicicleta impulsan una revolución: la del modelo actual de movilidad en la Ciudad de México, en busca de menos autos, menos quema de combustible, y más ejercicio y contacto con el medio ambiente.

 

Al pedalear, los capitalinos enfrentan a la cultura “del culto al autos”, en la cual los padres de familia a veces suelen preocuparse más por su vehículo que por su propio hijo.

 

Algunos dirán que esa afirmación es una exageración, mientras dedican su día de descanso a lavar y pulir su coche; invierten sus quincenas en accesorios y arreglan su patio para que esté seguro, en tanto los amigos y la familia salen de paseo, o llevan a los niños a un parque porque el patio está ocupado como estacionamiento.

 

Por eso no cabe la impunidad cuando un ciclista es atropellado, porque eso representaría dar la espalda a quienes han escogido este vehículo como medio transporte. Y menos en una ciudad en donde, se supone, este medio es fundamental para su proyecto de movilidad.

 

La bici como transporte

 

Pero hay un problema. En el ánimo de abrir espacios para la bicicleta, las autoridades se han olvidado de una cosa:

 

Hay ciclismo deportivo, en pistas alejadas de los automóviles, en las montañas que rodean a la ciudad, o dentro de los parques.

 

Y hay personas que usan la bicicleta como medio de transporte, en las vialidades, en donde comparten la cinta asfáltica con camiones de carga, de transporte público y particular, que pesan toneladas y que en un descuido ­­ –o en un acto de imprudencia—pueden hacer daño a un ciclista.

 

Las personas tienen su área de seguridad, que son las banquetas y las líneas cebra. Pero las bicicletas, aunque tengan su propio carril confinado por unas barras plásticas, tienen puntos de encuentro con los automóviles, como, por ejemplo en las vueltas a la derecha. O, según el Nuevo Reglamento de Tránsito, pueden compartir carretera si es que no hay un carril destinado a los vehículos no motorizados.

 

Por eso, como parte de la promoción del uso de la bicicleta, no sólo deben construirse espacios destinados a este transporte, protegidos con barras plásticas o de concreto –hubo una vez un jefe de Gobierno que sólo pintó de blanco el asfalto y decía que eso era una ciclovía–, sino dar cursos de cómo conducir una bicicleta cuando se utiliza como transporte.

 

Y, aunque suene radical, este año, precisamente, se ha debatido en España la expedición de una especie de licencia o carnet para ciclistas. Suena radical y ridículo para algunos, porque no es algo que exista en el mundo.

 

Pero en ese debate han surgido algunas preguntas:

 

–¿Cuántos ciclistas conocen el reglamento de tránsito?

 

–¿Cuántos consideran que al meterse en sentido contrario en algún lugar pueden no ser vistos por un auto o una persona?

 

–¿Cuántos revisan sus frenos y manubrios antes de subir a su bici?

 

–¿Cuántos conducen en la noche con sus luces, sus reflejantes, casco y chaleco?

 

–Hasta este momento, hay personas que van a la esquina con su tarjeta de Ecobici, sin chaleco ni casco, y toman la bicicleta sin que nadie les diga nada. Y eso que es un programa oficial y debería, cuando menos, promover de alguna forma, el conducir de forma segura.

 

Cursos para ciclistas

 

Los cursos para conducir bicicleta, como se imparten los cursos para conducir un automóvil, salvarían muchas vidas y darían un paso importante a una ciudad bicicletera.

 

Las autoridades no pueden sólo pintar carriles especiales y crear estacionamientos para bicis, e incluir en el Nuevo Reglamento de Tránsito medidas que nadie lee, y en caso de que sí las lea, decirle a la gente que si no cumplen con lo establecido los van a regañar.

 

Hay que explicarle a la gente cómo pasar una glorieta, cuál es la velocidad a la que debe conducir, cómo indicar a los automovilistas que van a dar una vuelta, incluso, qué bicicleta es la adecuada para utilizar en esta ciudad… y, de ser necesario, y por seguridad del ciclista y el automovilista, comprobar que cuando menos han leído el reglamento.

 

El carnet o licencia para ciclistas es un tema que ya se ha debatido en algunos países como en España, pero no han avanzado. Ahí les dejo algunas ligas sobre ese debate: