BAGDAD. Hisham al Zahabi es un psicólogo iraquí que utiliza la enseñanza de las artes en su centro de acogida de niños huérfanos para rescatarlos de la mendicidad, la calle y la delincuencia, y evitar también que se unan a organizaciones terroristas.

 

En declaraciones a Efe, Al Zahabi explica que su trabajo con los niños huérfanos iraquíes comenzó cuando la Organización de Protección Infantil del Kurdistán abrió una filial en Bagdad, a principios de 2004.

 

Según Al Zahabi, su éxito ha sido convertir a 33 niños huérfanos en artistas que han obtenido premios a nivel local, regional e internacional en las artes de la cinematografía, el teatro, la actuación, la pintura y la música.

 

“Continué trabajando con ellos hasta que cerraron la sucursal, tras el conflicto sectario que estalló en Bagdad en 2006, que a su vez causó una nueva oleada de huérfanos”, recuerda.

 

Tras el cierre de la institución, decidió alquilar una vivienda para acoger a los niños huérfanos y poner bajo su tutela legal a varios de los que no poseían certificados familiares.

 

Desde finales de 2006 administra ese hogar con la colaboración de algunos donantes y lo ha bautizado como el “Hogar Seguro Iraquí para la Creatividad”.

 

Desde hace unos meses y gracias a su experiencia anterior, Al Zahabi se propuso cumplir con su “sueño dorado” de acoger a todos los niños huérfanos vagabundos iraquíes para convertirlos en ciudadanos de bien y con talentos artísticos.

 

“El programa se centra en las artes plásticas, el teatro y el cine, con la cooperación del Centro Iraquí de la Cinematografía y el Instituto de la Paz para la Música, que forma a los menores en esas disciplinas artísticas”.

 

Al Zahabi explica que la idea surgió cuando acogió a un niño huérfano que había huido de la ciudad de Faluya, a unos 50 kilómetros al oeste de Bagdad, después de que sus padres murieran por el estallido de una bomba y sus tíos se unieran a los yihadistas.

 

El menor había llegado primero a la zona de Abu Graib, donde fue acogido por un hombre que lo explotaba como mendigo a cambio de casa y comida, pero comenzó a torturarlo quemándole las manos cuando comenzó a traer menos dinero.

 

Por ello, huyó en mayo pasado en un autobús que iba a Bagdad, y donde fue visto por el conductor, que, al verlo llorar porque no sabía a donde ir, llamó a Al Zahabi -al que conocía- para que lo acogiera en su institución.

 

“Actualmente, vive en el hogar de acogida, está completando su educación primaria y ha comenzado a aprender (aparte de disciplinas artísticas) el oficio de costurero”, destaca con satisfacción Al Zahabi.

 

En esa línea, revela que con el drama que sufrió este niño, comenzó a pensar en otra forma mayor de rescatar a este tipo de menores, y convertirlos “en ciudadanos productivos para la sociedad y no en individuos que la destruyan”.

 

“Hace unos cinco meses comencé el primer paso de mi sueño, al pedir a las autoridades la facilitación del edificio de Los Mercados Centrales de Bagdad, abandonado desde hace unos 25 años, pero hasta ahora no han aprobado mi petición debido a la burocracia, la rutina y la corrupción”, se lamenta Al Zahabi.

 

No obstante, adelanta que proseguirá su proyecto con la cooperación del Centro Iraquí para la Cinematografía, el Centro del Arte para la Paz y el Club Deportivo de la Policía, además de decenas de asociaciones civiles y voluntarios.

 

Por otra parte, critica la legislación iraquí por no permitir la creación de hogares de huérfanos privados, vigente desde 1980.

 

Por ello, insta a las autoridades a enmendar esta normativa para proteger a la infancia. “No obtenemos ningún respaldo gubernamental y solo colaboran algunos donantes que nos ayudan con alimentos y el pago del alquiler del hogar”, explica.

 

Pese a ello, manifiesta su alegría porque, dentro de dos meses, celebrarán la boda de uno de los huérfanos que conoció en 2004.

 

“Después de cumplir su mayoría de edad, concluir sus estudios y conseguir un puesto gubernamental con un sueldo bueno, contraerá matrimonio con su prometida, por lo que le regalamos el alquiler de un piso y muebles”, concluye Al Zahabi.

 

Casos como este hacen sonreír a este profesor, psicólogo y “padre adoptivo”, que señala, orgulloso, que este programa ha sido muy eficaz, ya que quita a los niños el complejo de inferioridad y la falta de confianza en sí mismos, y los convierte en artistas.