El incremento de las lluvias torrenciales ha sido documentado por investigaciones del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM. Especialmente por una que se detuvo cuando el destacado académico Ernesto Jáuregui Ostos falleció.

 

Según ese estudio la lluvia, calor y frío son más intensos y frecuentes que en años pasados. Ya forman parte de la realidad capitalina, por lo que los nuevos planes de Gobierno y Protección Civil deben contemplarlos.

 

La lluvia

 

Por más limpieza que se realice del sistema de drenaje y por más tuberías que se metan, las inundaciones no podrán evitarse por una sencilla razón: la forma en que nos relacionamos con el agua desde que se comenzó a construir la ciudad no las excluyen.

 

InundaciónSe secó un inmenso lago alimentado por el agua que todavía cae las 24 horas del día, los 365 días del año, de algunas de las montañas que rodean la ciudad. Pero como son las luchas contra la naturaleza, la fuente de ese lago disecado nunca se logró vencer y, de igual forma, todos los días se mantienen funcionando bombas que funcionan con diésel para sacar esa agua del valle de México.

 

Dos ejemplos:

 

Uno. El Río Amecameca atraviesa Chalco y el Valle de de Chalco, a esa altura recolectando el gua negra de varios municipios en lo que conocemos como el Canal de la Compañía y se dirige al vaso regulador de Texcoco desde donde se saca el agua hacia Hidalgo.

 

Dos. El Río Magdalena, baja desde los bosques de Magdalena Contreras y al entrar a zona urbana comienza a recolectar los drenajes de las colonias y de los alrededores. Una parte de ese río, ya contaminado, se observa sobre Avenida Universidad, entre los Viveros de Coyocán y avenida Miguel Ángel de Quevedo. Después ingresa a las tuberías subterráneas y se mezcla con el agua negra para ser sacada de la ciudad.

 

Pero esos son los dos afluentes más conocidos. Hay 14 ríos que todos los días bajan hasta la zona urbana, además de otros canales que alguna vez fueron ríos que alimentaban el gran lago que fue disecado.

 

Cuando hay lluvias torrenciales, los drenajes no sólo tienen que desalojar el agua que cae sobre la zona urbana, sino la que cae en la montañas. Y si tomamos en cuenta el gran estudio del Dr. Ernesto Jáuregui, que indica que hay más lluvias torrenciales, debemos entender que habrá más inundaciones.

 

Las obras de drenaje que se realicen, como el Túnel Emisor Orienteo, sólo son paliativos.

 

Así que mientras no cambiemos la forma en que nos relacionamos con el agua en el Valle de México, debemos tener planes de Protección Civil para emergencias como las que vivimos en septiembre pasado –y viviremos cada que se registre un aguacero– y un cumplimiento estricto de los Planes de Desarrollo Urbano para no permitir que se construya en zonas boscosas si no queremos lamentar una tragedia.

 

El dato. La parte más baja del Valle de México es el Centro Histórico, por lo que existe un riesgo latente de la posibilidad de una gran inundación en esta zona. Y uno de los sitios por donde podría salir esa agua que inunde al centro de la capital es la lumbrera sobre la que se instaló El Caballito, la obra de Sebastián, según me comentó en una larga charla sobre el tema el ya fallecido Jorge Legorreta.

 

(En la próxima entrega tocaremos el calor y el frío)