¿Podemos escapar de la fascinación hueca por la tecnología en ésta, una de sus épocas doradas? Es lo que se preguntaba Heidegger hace más de medio siglo. En su Pregunta por la técnica (1954), el filósofo aboga por entenderla no como un medio sino como un modo de revelación ontológica cuyo rasgo esencial es la enmarcación (Gestell). Si no podemos pensar fuera de la tecnología, dice, no podemos tener una relación libre con ella. Pero, esa necesidad de producción nos ha llevado a la razón de mercado. El hombre posee objetos para enaltecerse. Se ha fragmentado en apps y en creaciones desechables cercanas a lógicas financieras. Hemos llegado a la instrumentalización de la naturaleza.

 

El diseño —disciplina en tensión con la utilidad, la innovación y la estética— convive con la techné. La rapidez con que los procesos tecnológicos cambian ha obligado a los diseñadores a vivir una lucha imparable con el futuro y las tendencias. Pocos se dan el tiempo de crear fuera del espectro de la ola. Pero hay sus excepciones. Tal es el caso de Ariel Rojo (México, DF, 1976), quien concibe al diseño como un puente entre el mundo natural y artificial, un nexo entre la cueva y la torre: “Nosotros creemos que la tecnología no es otra cosa más que una herramienta. Nos tocó vivir en una época con herramientas que prácticamente están al alcance de todos. Para nosotros, la impresión 3D es un proceso que usamos diariamente. No hay un día que no estemos imprimiendo una pieza en esas tecnologías. Otras herramientas de Control Numérico por Computadora (CNC), como los brazos robóticos y los routers, sino diario, también las ocupamos recurrentemente porque nos ahorran tiempo, nos dan precisión, y de esta manera, los productos salen con una mejor calidad.”

 

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Sus diseños buscan una reconciliación entre ambos tiempos: tradición como identidad, tecnología como futuro. Fusionados. Así lo muestran sus curiosos destapadores en forma de luchador o su alcancía “Lavado de dinero”, fuertemente caracterizados por la cultura mexicana. La mutación, parece, es un camino hacia la preservación. Pero más que eso, su forma de trabajo se entiende en t,fuera del espectro de la olaen zacis a lo cesos ana. rre. Sus trabajos lo ha el futuro.do tengan una trascendencia mieriscipliérminos éticos y filosóficos: “[La tecnología] ha cambiado nuestra manera de trabajo, sí, pero la calidad de diseño no creo que se deba a eso. La calidad de diseño ha existido desde hace cientos o miles de años, incluso antes de que existiera el término ‘diseñar’. La computadoras cambian nuestra manera de pensar o diseñar y designar obviamente un determinado objeto a partir de X o Y procesos, pero la calidad de diseño no necesariamente está vinculada a la tecnología, entendiendo con esto, la parte filosófica del diseño”.

 

Rojo concibe su labor como un aprendizaje y una exploración constantes, conectados a la funcionalidad de los productos y a la satisfacción de un cliente que entienda su visión. Sin embargo, no se encasilla únicamente como diseñador. Su trabajo converge con disciplinas como la arquitectura, la ingeniería y las artes. Ejemplo de ello es su colaboración con el despacho HGR Arquitectos en la creación de la celosía de un edificio de departamentos, en la Colonia Narvarte de la Ciudad de México. El bloque arquitectónico resalta por sus tabiques aligerados de concreto, que se muestran frescos, toscos, vivos.

 

 

El diseñador no buscó hacer un ladrillo con los últimos procesos y programas, sino generar un estilo, una funcionalidad y una trascendencia a partir de la imaginación: “Prefiero pensar que estoy explorando toda mi vida. Por ejemplo, en la nueva manera de imprimir en 3D, la máquina de carbón, es una mezcla entre físicos, químicos, ingenieros, personas en sistemas. Si no se da esa mezcla de conocimientos, nunca llegaríamos a productos nuevos o a este tipo de tecnologías. Es sano mantener la mente abierta y poder explorar en muchos campos. No se trata del impacto, que las cosas te hagan decir ‘guau’. Esto para mí es algo muy efímero. Me parece más importante cuando se vuelven trascendentales; cuando hay ejercicios de diseño, de ingeniería, que aportan a la humanidad, que den una solución a ciertos problemas. Por ejemplo, pienso en una nueva impresora 3D de impresión continua, que revolucionará la forma de ver y crear cosas. Si ya las tecnologías 3D estaban revolucionando la manera de hacer las cosas y comercializarlas, esta nueva tecnología, creo, hará un gran cambio.”

 

 

“Por otro lado, hay proyectos prostéticos que ayudan a las personas que, por alguna razón, perdieron una extremidad. Esos desarrollos me parecen fantásticos. Hay también otros objetos, que si bien no son complejos, pero por la poesía que está incorporada en ellos también genera o detona el pensamiento en nuestra sociedad actual y llaman a la reflexión, que es de suma importancia en estos tiempos, en los que de repente estamos muy perdidos en un océano de información y en el que no sabemos mucho cómo reflexionar. Entonces, no hay uno, sino muchos objetos que me interesan siempre y cuando tengan una trascendencia más que un ‘flashazo’.”

 

 

El futuro para Rojo es multidisciplinar. Entre sus proyectos más próximos se encuentran una muestra en Nueva York, el diseño y ejercicio de mobiliario urbano para un boulevard en Boca del Río, y crear una vajilla nueva. Espera que todas sean trascendentes.

 

 

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