Podemos criticar numerosas facetas de nuestro futbol: si es más o menos espectacular, si genera mayor o menor talento para la Selección, si está lejos o lejísimos de lo que se puede ver en las principales ligas europeas, si la violencia se ha instalado en las gradas, si los horarios de juego son ideales, si el amor a la camiseta va a la baja, si el sistema de competencia es injusto y prima la mediocridad, si el pacto de caballeros es ridículo, si el dopaje y los amaños de partidos, si está saturada de extranjeros…

 

Lo que nadie podrá discutir es que resulta una liga evidentemente funcional y eficiente. ¿A qué me refiero? A que la norma es que la inmensa mayoría de quienes juegan en ella, suelen recibir su pago a final de mes.

 

Tan es así, que en cuanto dos clubes se rezagan en el depósito de salarios –como actualmente acontece con Chiapas y Puebla, o años atrás con Veracruz y Querétaro–, el impago se convierte en noticia, en una especie de excepción que confirma la regla.

 

Por supuesto que lo anterior no habría de tener nada de formidable: la responsabilidad de cada contratante es pagar a su contratado lo pactado. Sucede que en Sudamérica e, incluso, en España e Italia, no es tan común esa impecabilidad. Quien tenga confianza para dialogar con futbolistas extranjeros llegados al futbol mexicano, podrá escuchar ese tipo de gratitud. No es sólo que en Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, Paraguay, Ecuador, Perú, los salarios sean sustancialmente inferiores, sino que ni siquiera están garantizados.

 

La Comisión del Jugador ha hecho un importante trabajo en ese sentido. Claro que hay asignaturas mejorables, no sólo en cuanto a respaldo legal de futbolistas humildes que no saben cómo defenderse, sino también en cuanto a seguros de vida y ciertas garantías laborales. Sin embargo, en primera división la abrumadora mayoría de los casos suelen resolverse.

 

No dudo que Chiapas y Puebla terminarán pagando. Su mera impuntualidad es ya una falta total, aunque por lo menos hay la certeza de que llegado el inicio del próximo torneo, a inicios de 2016, todo tendrá que estar solucionado. E, insisto, que es una excepción, cuando en otros países es lo común.

 

¿En país de ciegos, el tuerto es rey? Hagan de cuenta, porque así está la gestión futbolística en el común de los sitios de los cuales se importan jugadores para la Liga Mx. Una liga con infinidad de facetas que mejorar, con aspectos absurdos, con pendientes que no le dejan crecer o frenan el desarrollo de la selección nacional, pero que en el fondo cumple con esa premisa básica que es pagar a cada cuál lo que se la ha prometido por escrito.

 

De tanto repetirlo, terminamos por creerlo: no todo está mal en nuestro futbol; de hecho, yo incluso diría que mucho está bien.

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