Pues como que los diputados del PRI y sus aliados no le hicieron mucho caso al secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien en diversas ocasiones les advirtió que a la hora de discutir y aprobar el Paquete Económico para 2016 no fueran a salir “con su domingo siete”. O sea aumentar el precio del barril de crudo, del dólar, el déficit público y hacer otros “ajustitos” al presupuesto.

 

Más aún, en algunos asuntos se impuso el cabildeo del sector empresarial ante la actitud del secretario Videgaray, quien en foro donde se paraba decía que no habría “ni un paso atrás” en aquellos impuestos que emanaron de la reforma fiscal, como la deducibilidad inmediata de inversiones en activos fijos y otras medidas que estaban afectando la planta productiva, las inversiones y a los contribuyentes en general.

 

Claro que ahora los funcionarios de Hacienda encargados de elaborar el Paquete Económico para 2016 podrán decir, al puro estilo del Piojo Herrera, que no fueron derrotados, que salieron airosos y que lo obtenido por el sector empresarial es una “victoria pírrica”.

 

Una de lrefresco_cuartoscuroas modificaciones que realizaron los legisladores a la propuesta de Hacienda, y que dejó perplejos a los analistas bisoños, fue la reducción del IEPS en 50% a las llamadas bebidas saborizadas (refrescos y jugos, pues). Este gravamen, que se aplica desde 2014, y cuyo principal objetivo era contribuir a reducir los casos de obesidad y diabetes en el país, fue un exitazo… para el fisco, claro, porque representa entre 10 mil y 20 mil millones de pesos al año. Sin embargo, las personas con dichos padecimientos no han visto, todavía, los beneficios, por más que los “amanuenses” Miguel Messmacher y Pablo Kuri argumenten lo contrario.

 

Cuando el secretario Videgaray entregó al Legislativo el Paquete Económico para 2016, declaró que después de consultar a los integrantes de la sociedad civil, entre ellos los empresarios, el Ejecutivo propuso algunos “ajustitos” en materia fiscal. Informó que el Paquete Fiscal incluía  una serie de medidas para promover el ahorro, la inversión y la formalidad. “Para promover el ahorro, se incluyen medidas para mejorar el proceso de retención de impuestos por intereses, no aplicar al ahorro de largo plazo el límite global anual de deducciones personales y un esquema temporal de repatriación de recursos mantenidos en el extranjero. Para promover la inversión, se permite temporalmente la deducibilidad inmediata de la inversión para las pequeñas y medianas empresas (pymes), el sector de infraestructura de transporte y el sector energético. Para promover la formalización, se realizará periódicamente un sorteo fiscal; se ajustarán los requisitos para acceder al Régimen de Incorporación Fiscal (RIF) para ampliar el universo de participantes y se facilitará el otorgamiento de crédito a las pymes que cumplan con sus obligaciones fiscales”, explicó.

 

¡No basta!, exclamaron los inconformes, principalmente el sector empresarial.

 

En esa ocasión, el titular de Hacienda tuvo el cuidado de aclarar que en cumplimiento del Acuerdo de Certidumbre Tributaria, el Paquete Económico 2016 no propone nuevos impuestos, no plantea aumentos a los existentes ni disminuciones a los beneficios fiscales para el resto de esta administración.

 

Y cuando Videgaray compareció ante los diputados con motivo de la Glosa del Tercer Informe de Gobierno y el proyecto de Presupuesto de Egresos y Ley de Ingresos para 2016, les volvió a tirar el mismo rollo. “Ni más impuestos ni nuevos impuestos”. Qué baja del Impuesto Sobre la Renta, qué deducibilidad inmediata de inversiones ni qué ocho cuartos; qué regímenes especiales ni qué nada; mucho menos reducir el impuesto a los refrescos que tanta lana nos ha dejado, les quiso decir. “El horno no está para bollos”, reiteró.

 

Bueno, al menos en este delicado asunto quedó demostrado que “el Ejecutivo propone y el Congreso dispone”. Aunque falta ver qué dice el Senado de la República, no vaya a ser que en un ataque de apoplejía “meta reversa”.