Ningún partido genera mayor desconfianza que el que se cree merecer ganar, aunque al paso de largos minutos no se percibe ganado. Ningún rival produce mayores inseguridades que el que parece sometido e inferior, aunque no está abajo en el marcador.

 

Bien reza el tópico que los clásicos no se merecen, se ganan, y por esa cuerda floja se aventuró la Selección Mexicana durante 120 minutos de frágil equilibrismo y amenaza de precipicio: consciente de que era más en todo menos en cantidad de goles.

 

Lo anterior no tiene que confundirnos: el Tri irá a la próxima Copa Confederaciones, por principio de cuentas, porque hoy es superior en futbol a Estados Unidos. En generación de talentos y relevo generacional (más allá de que nuestra situación diste bastante de lo idóneo), en recuperación y circulación de pelota, en variantes y llegada, en cada una de las etapas del juego aderezadas con elementos fundamentales como hambre, pasión y fe.

 

Entrenamiento_Seleccion-3_3Al mismo tiempo, México estará en Rusia 2017 tras haberse sobrepuesto a sus tres peores males, tan engendrados en nuestro ADN futbolístico que parecen endémicos: primero, la incapacidad para defender a balón parado (vía de acceso que suele aliviar a quien, como ayer los vecinos del norte, no tiene cómo llegar); segundo, la falta de contundencia, esa imprecisión en los dos últimos toques: el de la asistencia y el del remate a gol; tercero, no saber jugar con el marcador, convertir una ventaja propia en absurdo problema.

 

A trompicones y entre tormenta, pero este 2015 de tintes tan convulsos, no es malo en estrictos números. Para la historia queda que la selección estelar ganó la Copa de Oro y por fin volvió a derrotar al más acérrimo rival –victoria que toma mayor dimensión si se contrasta la aparente estabilidad del proyecto Klinsmann con el efímero paso de Ricardo Ferretti por el timón tricolor.

 

La épica, en muchas ocasiones mera trágica para México, absolvió el sábado al otrora equipo verde. El futbol, también.

 

En el reto más atípico que el DT más experimentado de nuestra liga pueda encontrar en su carrera, Tuca debió construir un conjunto con dos cotejos preparatorios y acaso una docena de entrenamientos. Ferretti imprimió carácter y orden a sus elegidos; ese veterano gruñón, criticado recurrentemente por sus planteamientos conservadores, se atrevió a alinear a tres delanteros nominales y logró tal posesión de balón como para totalizar 441 pases acertados por apenas 272 del rival.

 

El mayor peligro de un Estados Unidos tan neutralizado, era nuestro delirio de autodestrucción. Habituados a la Ley de Murphy, estábamos listos para presenciar la distracción que confirmara la regla. Así nos vimos igualados en unos tiempos extra que sólo tenían nuestro color y así nos resignamos a que debía definirse por penales lo que tenía que haberse definido incluso en los primeros 45 minutos.

 

Paradojas del balón: justo cuando los estadunidenses decidieron apasionarse con el futbol, esta selección vive su peor momento desde que emergiera con el Mundial de 1994. Se hizo rancia, predecible, pesada, y Klinsmann se halla inmerso en esa dinámica.

 

México ha hecho lo suyo y lo ha hecho muy bien: se impuso a Estados Unidos porque hoy es más; se impuso, sobre todo y con no pocos pesares, a sí mismo.

 

La eliminatoria para Rusia 2018 inicia en un mes. Ahí el más peligroso de los rivales mexicanos tiende a ser, como el sábado en Pasadena, como siempre en Concacar, el Tri mismo.

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