Con armónica y guitarra Rodrigo Eduardo González Guzmán se convirtió en un icono del rock mexicano, en un artista de culto.

 

 

Precursor del llamado movimiento rupestre del rock mexicano, Rockdrigo murió hace 30 años entre los escombros de una ciudad de hierro a la que le compuso varias canciones.

 

Esa urbanidad doliente plasmada en sus letras, pareciera un presagio de su fin, un jueves 19 de septiembre de 1985.

 

Nacido en Tampico, Tamaulipas en 1950, el sacerdote rupestre aprendió a tocar la guitarra a los 15 años gracias al afán de su padre, quien quería que aprendiera a tocar sones huastecos.

 

Pero Rockdrigo se inclinó por los sonidos provenientes del otro lado del río Bravo, y pronto con su gran capacidad de observación y realizó numerosas composiciones.

 

Ya en la ciudad de México en 1977, en medio de crisis financieras y devaluaciones, se convirtió en la voz de la capital de un país que no terminaba de conocerse a sí mismo, un país lleno de contradicciones.

 

Aquel 19 de septiembre, su departamento en el número 8 de la calle Brúcelas en la colonia Juárez, desapareció.