Más que una tentación, un estigma. Más que una obsesión, el insalvable designio de un empecinado oráculo: el Real Madrid no escapa a su destino consistente en comprar y acumular volantes creativos.

 

Así como en los últimos cinco años han llegado al estadio Santiago Bernabéu elementos como Kaká, Mesut Özil, Luca Modric, Isco Alarcón, Gareth Bale, Toni Kroos, James Rodríguez, e incluso juveniles como Martin Odegaard o Marco Asencio, ahora lo hace el juvenil croata Mateo Kovacic.

 

Claro, todos los futbolistas arriba enlistados son relativamente distintos y pueden cumplir con diferentes facetas del juego, aunque la constante es su proclividad a desempeñarse justo detrás de los delanteros, a quienes han de surtir de balones y ocasiones.

 

Kovacic, de 21 años, es una buena apuesta de futuro para el Madrid, pero tendrá que padecer lo mismo que la mayoría de quienes son fichados por el conjunto blanco: jugar en donde no es su especialidad hacerlo. Evidente absurdo eso de pagar muchos millones por un talento al que se readaptará a labores ajenas a su naturaleza.

 

El común de los reportes y definiciones relativos a Kovacic, ensalsan su habilidad, visión, drible, disparo a puerta y elegancia, características que le llevaron a actuar en el Inter de Milán como volante por izquierda, mediapunta e incluso atacante. Precisamente el renglón en el que podríamos incluir a al menos cinco elementos del actual plantel madridista. ¿Cuánto podrá aportar hacia atrás? ¿Cuánta marcación y labor de ida-vuelta? ¿Cuánto músculo y pulmón al centro de la cancha? Tal como aconteció en casi todos los casos enumerados, deberá aprender.

 

Modric y Kroos, desbordados por la exigencia en determinados cotejos, lo consiguieron; la mayoría de quienes han arribado al Bernabéu, fracasaron en tal asignatura.

 

Cada que el Madrid persigue y ata a otro diez, pienso en la vieja anécdota planteada por Arrigo Sacchi; el ex director técnico relataba que su mayor problemática para construir al laureadísimo Milán de los años ochenta, fue convencer a Silvio Berlusconi de que no era posible limitarse a fichar enganches.

 

El Brasil de México 1970, arquetipo de la estética futbolera, logró hacer cohabitar a cinco dieces: Rivelino se pegó a la izquierda, Jairzinho se adelantó, Gerson a la derecha, Tostao con más sacrificio y Pelé como eje. Al tiempo, el Real Madrid de la campaña pasada se acopló casi de forma milagrosa a tres medios –Luca Modric, Toni Kroos y James Rodríguez– y dos delanteros –Cristiano Ronaldo y Gareth Bale– que encajarían a la perfección en la definición de un mediapunta, de un casi-delantero, de un volante con vocación ofensiva.

 

El primer problema de Kovacic no será sólo optimizar los pocos minutos que reciba, sino hacerlo jugando donde normalmente no lo ha hecho. ¿Nueva víctima del estigma blanco?

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