A cada día un nombre. A cada nombre una refutación. A cada refutación una nueva especulación y su consiguiente afirmación.

 

Así ha sido agosto para la Selección Mexicana, como no podía resultar de otra forma tras la intempestiva destitución de Miguel Herrera como seleccionador nacional. Así ha sido, más lo que falta.

 

sampaoli

 

Se ha dado por hecho la contratación de Marcelo Bielsa, Ricardo Ferreti, Jorge Sampaoli, Víctor Manuel Vucetich, Ricardo Lavolpe, José Antonio Camacho… y contando.

 

La realidad, para nadie nueva, es que la Federación Mexicana de Futbol tiene dos caminos posibles: recurrir al mercado nacional, con la ventaja que supone el conocimiento del medio y de los jugadores mismos, o a un estratega del extranjero, con la perspectiva (riesgosa, sí, pero tampoco es que tengamos tantísimo que perder) de un genuino cambio.

 

En el primero de esos tenores han llegado todos los seleccionadores nacionales salvo por dos excepciones, César Luis Menotti y Sven Göran Eriksson, quienes apenas superaron, sumando sus respectivos periplos con el Tri, la barrera de los 30 partidos dirigidos. Eso nos permite ver lo poco que ha recurrido el combinado mexicano hacia lo genuinamente extranjero, porque Ricardo Lavolpe y Bora Milutinovic, como en su momento el húngaro Arpad Fekete o el español Antonio López Herranz, ya estaban plenamente integrados a nuestro futbol.

 

Los tiempos tan apretados insinúan que buscar fuera del país puede no ser la mejor idea si lo que se pretende es llegar armados y conjuntados a mediados de octubre, cuando se enfrente a Estados Unidos por el sitio en la Copa Confederaciones 2017. Sin embargo, esa no puede ser la prioridad; hablamos de que a partir de noviembre se desencadenará una eliminatoria compleja desde la fase anterior al Hexagonal, misma que no cesará hasta el Mundial mismo. Por ello, la llamada “Final de finales” contra EUA es importante, mas no definitiva (y si produce mucha ansiedad que se acerque, entonces la solución debe de ser un interino o alguien con carácter provisional).

 

Al mismo tiempo surge, como surgió cuando Javier Aguirre rescató al barco en 2009 o como surgió cuando Bora volvió en 1995, la palabra retroceso. Surge por la posibilidad de que Lavolpe retome ese banquillo, del que salió en pleito con propios y extraños tras Alemania 2006, o por el alza en los bonos de Ferreti, parte de la gestión de Miguel Mejía Barón. En todo caso, una palabra complicada, porque el tiempo no es lineal.

 

Más allá de eso, hay una crisis existencial. México, a diferencia del común de las selecciones del mundo (y, sobre todo, las de nuestro nivel) no tiene límite económico para contratar a un entrenador.

 

El problema es asumir cuál camino conviene más, quién logrará llevarnos a otra dimensión futbolística, quien conseguirá convivir de la mejor forma posible con este contexto (sea para acabar con innegables vicios, sea para integrarse positivamente a la cultura), quién planteará algo superior a lo que nos tiene por fin en la élite sub-17, pero atorados a nivel mayor en Octavos de Final mundialistas y padeciendo cada vez más para clasificarnos.

 

Lo primero es admitir que México no genera todo el talento que debería. Lo segundo, que de lo poco que genera, detecta una reducida porción (o detecta tarde, cuando ya no es viable potenciar la capacidad). Lo tercero, que de eso que llega a primera, poco consigue en verdad mejorar a cada temporada y ser consistente. Lo cuarto, que el salto a Europa continúa costando más a nuestros elementos que a los de muchísimos otros países. Y, como agravante de lo anterior, que la inestabilidad en el banquillo tricolor remite a la lista de presidentes del país durante la época de la Revolución Mexicana, con cuatrienios mundialistas de a tres y cuatro entrenadores, con períodos de hasta más de un líder por año, con nuestra apuesta futbolística difuminada o extraviada.

 

La decisión es difícil. El laberinto no ofrece una fácil salida. Por eso es indispensable prudencia y paciencia.

 

Ya si los medios seguimos anunciado y negando seleccionador tricolor cada día, es asunto al margen.

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