Hong Kong. Si bien los mexicanos estamos acostumbrados a regatear, esta actividad se lleva a otro nivel en China, donde los precios por ropa, calzado, artículos para el hogar, electrónicos o hasta souvenirs pueden “negociarse” hasta en 10% del precio original en los mercados de las grandes ciudades, según la paciencia y habilidad del comprador.

 

Desde la capital Beijing, hasta la millonaria Hong Kong, las metrópolis chinas se caracterizan por la sincronía entre modernidad y tradición, así como por contar con mercados que suelen ser verdaderos paraísos para las compras.

 

En los pasillos del Silk Market (Mercado de la Seda) del distrito de Chaoyang, en Beijing, se encuentra de todo: mascadas Hermès, jeans Levi’s, tenis Adidas o Puma, audífonos Beats, y otros productos en “copias originales” o de “calidad triple A”, según ofertan los mismos comerciantes.

 

El lenguaje no es una barrera, basta con una calculadora para hacerse entender y comenzar el regateo. El comerciante inicia la puja y en adelante todo depende del comprador. “No importa lo ridículo que parezca el precio, ofrécelo, es muy probable que te lo acepten”, contó una mexicana con experiencia en ese lugar.

 

Para un comprador inexperto, incompatible con los centros comerciales, la experiencia es divertida, llena de adrenalina. La primera compra puede salir 40% o 50% más económica, pero con la experiencia adquirida al cabo de unas horas se puede pagar hasta la décima parte del precio original.

 

La experiencia no es menor en Shanghai, una ciudad con 30 millones de habitantes en donde además del distrito financiero y sus rascacielos, los mercados son sitio obligado para los turistas, como son el de antigüedades de Fuyou y el de imitaciones, al este de la ciudad.

 

En el primero se puede apreciar la china milenaria; a unos pasos está el Yu Garden (Jardín de la Felicidad), construido durante la dinastía Ming, entre los años 1559 y 1577. Aquí se puede encontrar toda serie de artículos tradicionales chinos: juegos de té, abanicos, amuletos, dragones de porcelana, alhajeros de madera, todo a precio negociable y de buena calidad, mientras que en el segundo se ofrecen las mejores copias de las más famosas marcas.

 

En Fuyou domina el bullicio característico de un mercado y sitio turístico, mientras que en el de las imitaciones el visitante camina por pasillos donde los locales están aparentemente cerrados y los comerciantes invitan a los compradores a pasar cerrando las cortinas tras de sí para mostrar sus mercancías. La razón detrás de esta práctica es que en China las multas por piratería pueden ir desde los mil yuanes (unos dos mil 500 pesos) hasta la cárcel.

 

En Shenzhen, al sur del país, el Luohu es el punto. Ahí se pueden adquirir tres pares de zapatos por 900 pesos o una maleta rígida de talla grande en 500 pesos. Gafas Ray Ban, relojes Rolex, camisas Polo, bolsos Luis Vuiton y joyería Chanel de “excelente calidad” pueden encontrarse en este sitio por precios accesibles que regateo de por medio, lo pueden ser aún más.

 

Finalmente, la cosmopolita y millonaria ciudad de Hong Kong tiene entre sus atractivos el Mercado de las Mujeres (Ladies Market), tres largas calles donde también se puede encontrar de todo, aunque el regateo aquí no es tan sencillo. A diferencia de las otras ciudades, donde los comerciantes no dejan salir a los turistas de sus locales hasta acordar un precio, los vendedores de Hong Kong pueden correr literalmente al turista de su puesto si no acepta el precio que piden.

 

China impresiona por su cultura milenaria, la convivencia entre monumentos antiquísimos y enormes centros financieros y lujosos edificios: tres de los cinco más altos del mundo, pero también por su forma de hacer “negocios”.