Una derrota ante Costa Rica sentenció la llegada de Miguel Herrera al Tricolor. Era el cierre del Hexagonal de la Concacaf y ese día terminó la brevísima era Vucetich tras haber accedido a la recalificación mundialista gracias a la ayuda estadunidense en Panamá. Este domingo, Costa Rica podría volver a decidir el futuro del seleccionador mexicano, en el choque por los Cuartos de Final de la Copa Oro.

 

Un año atrás hubiera resultado impensable que la gestión de Herrera se empantanara tanto y en tan poco tiempo. De hecho, podemos decir que hasta antes de este horrible verano, el DT se encontraba más que firme rumbo a Rusia 2018 y con la confianza de una abrumadora parte de la afición.

 

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La pregunta, muy prudente incluso antes de jugar este vital partido, es qué o cuánto se remediaría con un eventual cambio en el timón, a quién se pondría, qué proyecto deportivo se lanzaría. Y las respuestas son escasas por no decir nulas. Miguel ha cometido errores en todo sentido (en decisiones tácticas, en elementos convocados, en su sobreexposición fuera de la cancha, en su manejo de la presión), pero parece muy simple el focalizar o limitar la crisis en su trabajo.

 

Que hay un problema en el juego, es evidente desde mucho tiempo atrás, basta con ver cómo se calificó a los últimos dos Mundiales para asumir la magnitud de esta crisis. Que México no genera la cantidad de talento futbolístico que debiera, también parece irrefutable. Que no se ha logrado explotar al máximo el potencial de las mayores figuras, nadie podrá discutirlo. Que el Tri cada vez es más inoperante ante rivales de la región y ya no sólo cuando va a visitas hostiles, tomen el video que quieran como prueba.

 

No obstante, esta copa ha sido incómoda para los cuatro mejores de la zona. Costa Rica mismo, que hiciera en Brasil un Mundial inolvidable, ha jugado un certamen desastroso, con tres empates en la primera ronda y una calificación agónica. Estados Unidos sufrió muchísimo contra Haití y no logró imponerse a Panamá. Honduras ya está eliminado.

 

Lo anterior no pretende justificar lo injustifiable, que es el desempeño mediocre de México en esta ronda inicial, la peor en su historia en esta competencia. Frente a Guatemala se esfumaron las ideas, se vio monótono, lució predecible. Después, con Trinidad, tuvo una defensa de espanto (toda llegada al arco era peligro severo de gol) y jugó con miedo. Las bajas de Héctor Moreno y Javier Hernández son muy sensibles, pero se parte de la premisa de que los sinodales resultan tan inferiores, que incluso el reserva del reserva tendría que poseer futbol para vencer a equipos de este nivel.

 

Antes de empezar la Copa Oro, escribí en este espacio que el enigma no eran los rivales, sino México. Ahí seguimos, con un añadido insospechable hace unos meses: que si el domingo no se gana en Nueva Jersey, el enigma puede ser la continuidad de Miguel Herrera y su proyecto rumbo a Rusia. ¿Qué tan grave sería caer en esta ronda y tras el juego mostrado? Por papelones parecidos han salido numerosos seleccionadores, lo cual, imprescindible insistir, no siempre (o casi nunca) ha sido la solución.

 

Ojalá que estas desagradables especulaciones se apaguen el domingo de la única forma posible, que es jugando futbol. Ojalá que Costa Rica no sea quien decida, sino México.

 

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