WASHINGTON. La histórica iglesia metodista Madre Emanuel reabrió ayer sus puertas cuatro días después de que un joven blanco de 21 años perpetrara en su interior una de las peores matanzas cometidas en un centro religioso del país: asesinó a tiros a nueve feligreses negros.

 

Rick Perry ha sido el precandidato republicano que más ha llamado la atención por su expresión polémica con la que calificó la tragedia: “accidente”. Perru esgrimió que Obama y los demócratas han vuelto a “usar” una tragedia para impulsar el control de armas.

 

Por su parte, la aspirante demócrata a la Casa Blanca Hillary Clinton se pronunció sin ambages sobre ambos temas controvertidos y sus competidores republicanos prefirieron esquivar debates espinosos.

 

No haber sido capaz de avanzar en el control de la venta y posesión de armas es una de sus mayores frustraciones para Barack Obama que como presidente y, a juzgar por sus palabras de estos días, no tiene muchas esperanzas de conseguirlo en el año y medio que le queda de mandato.

 

“No tiene sentido que no podamos ponernos de acuerdo para mantener las armas fuera del alcance de los maltratadores, de los enfermos mentales o incluso de personas que están en una lista por sospechas de terrorismo”, dijo Hillary Clinton.

 

La demócrata se refería al fracaso que han encontrado en el Congreso, controlado ahora por los republicanos, todas las iniciativas de Obama en este sentido, incluso una medida bipartidista de 2013 que establecía un sistema de verificación de antecedentes para la venta de armas.

 

“Los costos son demasiado altos, y no tengo ni tendré miedo de seguir luchando para tener leyes de sentido común sobre las armas, en honor de todas las víctimas de la violencia sin sentido en este país”, aseguró Clinton, posicionándose como continuadora de la tarea que no ha podido completar Obama.

 

La demócrata llamó, asimismo, a abordar abiertamente este y otros temas controvertidos en la nación: “tenemos que enfrentar las duras verdades sobre raza, violencia, armas y división”, afirmó.

 

Su competidor en la carrera demócrata por la Presidencia Martin O’Malley también hizo una “llamada a la acción” en materia legislativa para acabar con lo que definió como “una horrible epidemia de violencia con armas” en el país.

 

El también aspirante demócrata a la Casa Blanca Bernie Sanders hizo énfasis en que este suceso es un “recordatorio horrorífico” de que EU, a pesar de los importantes avances en derechos civiles, “está lejos de haber erradicado el racismo”.

 

Los aspirantes republicanos, cuyo electorado es mayoritariamente blanco y contrario al control de armas, evitaron tanto como pudieron abordar directamente estos dos espinosos asuntos en sus discursos y condolencias tras el suceso.

 

El exgobernador de Florida Jeb Bush centró su mensaje en la defensa de la religión y dijo que “no sabía qué había en la mente” del asesino, una frase muy criticada y aclarada posteriormente por un vocero, que dijo que el republicano sí pensaba que el crimen tuvo una motivación racista.

 

Bush no dijo ni una palabra sobre las armas, asunto al que sí refirieron otros aspirantes de su partido a la Casa Blanca para dejar claro que creen que matanzas como la Charleston no se solucionan con leyes de control de armas.