Inevitable no mirarnos en ese espejo. Imposible no observar con atención sus éxitos. Imprescindible analizar todo lo que ha llevado al más acérrimo rival de nuestra selección a semejante estado de euforia.

 

En sólo cinco días, Estados Unidos salió victorioso de sus visitas a Holanda y Alemania, las dos selecciones europeas mejor desempeñadas durante la pasada Copa del Mundo. Es verdad que en un año cambian muchas cosas, y sobre todo podemos notarlo en el conjunto naranja, en crisis desde aquel tercer puesto en Brasil 2014 (el Tricolor mismo se impuso a la Oranje en pleno Ámsterdam, en octubre).

 

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También alguna atenuante podría hallarse en su triunfo frente a los campeones del mundo, la Nationalmannschaft, que han padecido desde que levantaron la Copa FIFA (derrotas con Polonia y Argentina, empates con Irlanda y Australia) y que este miércoles tuvieron en la cancha a apenas cuatro pilares mundialistas, como lo son Bastian Schweinsteiger, Mesut Özil, Andrea Schürrle y Mario Götze.

 

Sin embargo, emprender una gira con visitas de esa jerarquía y lograr vencer en ambas, es algo más que un golpe psicológico: es una confirmación de que el rumbo emprendido y la continuidad de Jürgen Klinsmann como estratega, han sido positivos.

 

Los estadunidenses llevaron al RheinEnergieStadion de Colonia un plantel muy parecido al que México tiende a enfrentar por el título en la próxima Copa de Oro. Ahí estuvieron dos elementos que pudieron vestir de verde, como el americanista Ventura Alvarado (titular) y el leonés William Yarborough (suplente), junto con un grupo muy renovado y revitalizado en relación al del Mundial.

 

Por vueltas que le demos, tenemos que ver dos realidades: la primera, que desde Corea-Japón 2002 ellos llegaron a nuestro ansiadísimo quinto partido (tras eliminar, horrible recuerdo, al Tri); es decir, se nos adelantaron al menos 16 años en la meta, como ahora Costa Rica en Brasil 2014; y, segundo, que nos han logrado adelantar en buena parte gracias a todo el proceso ejecutado para localizar talento y pulirlo.

 

El sistema deportivo estadunidense es el mayor apoyo para esta selección. El tener estructuras que detectan y premian al futuro crack a nivel condado, ciudad, estado y región, pueden descubrir a sus promesas en tiempo perfecto para hacerlas florecer.

La curva de resultados entre México y Estados Unidos es clara; durante más de medio siglo, el Tricolor caminó para vencer a su vecino del norte; desde los noventa, la historia ha cambiado radicalmente y a cada eliminatoria salimos sin puntos de Columbus.

 

Otro factor relevante a considerarse es que los dos triunfos europeos se cuajaron con volteretas y goles de último minuto, algo que empieza a ser marca de la casa con Klinsmann como DT. Ese espíritu teutón que les ha impregnado, ese ir con todo a todas, ese no caerse anímicamente hasta el silbatazo final, ese levantarse de la adversidad, es ya condimento básico de ellos.

 

Cada quien ha de trabajar ocupado por lo suyo, pero de pronto es inevitable utilizar como espejo a nuestro más grande rival y ser autocríticos.

 

Las barras y las estrellas amenazan en el futbol. México no puede limitarse a efectuar lo mismo de siempre y contemplar con desdén sus logros.

 

Están creciendo y no ha aparecido su techo.

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