MADRID. Un funeral con honores militares despidió a Miguel de Cervantes 400 años después.

 

Los restos identificados como los del escritor español tras varios meses de excavaciones recibieron sepultura el jueves en la iglesia de San Ildefonso del convento de las Trinitarias, en el barrio de las Letras de Madrid. Se cumplió así la última voluntad del autor de “El Quijote”.

 

La alcaldesa Ana Botella depositó una corona de laurel en el monumento funerario instalado en el templo. Se trata de una placa tallada de piedra caliza sobre un soporte de granito. El texto de la lápida fue redactado por la Real Academia Española de la lengua: “Yace aquí Miguel de Cervantes Saavedra 1547-1616. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir”. Los versos son de “Los trabajos de Persiles y Segismunda”, la última obra de Cervantes.

 

El autor recibió honores militares como soldado de España por parte de los regimientos del Ejército herederos de los tercios en los que militó.

 

El funeral pone fin al proyecto emprendido hace más de un año por la ciudad para recuperar los restos de Cervantes, el escritor español más universal. Cervantes había sido enterrado en el convento de las Trinitarias de Madrid pero sus restos se perdieron en unas obras de ampliación de la iglesia.

 

Los trabajos de localización duraron tres meses y fueron más complicados de lo que se preveía en un primer momento. Francisco Etxeberria, uno de los antropólogos forenses más reputados del mundo y responsable de la búsqueda, identificó fragmentos de huesos y esquirlas en muy mal estado como pertenecientes a Cervantes.

 

Los restos estaban en un osario junto a huesos de otras personas sin identificar. El hallazgo no era el esperado y el estado de descomposición de los mismos impidió realizar pruebas de ADN y otros cotejos científicos.

 

No obstante, los investigadores se mostraron convencidos de que esos fragmentos, debido a su ubicación y la comparativa con otros lugares de enterramiento del convento, eran los de Cervantes.

 

El autor español murió a los 69 años, tenía la mano izquierda inutilizada por una herida de guerra que sufrió en la batalla de Lepanto (1571), otras dos marcas de arcabuz en el pecho y apenas seis dientes, como él mismo reconoció en uno de sus últimos relatos. Pero ninguna de esas marcas era visible en los huesos encontrados.

 

Cervantes escribió la icónica obra “Las aventuras del ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha”, que revolucionó la cultura española y universal. La fama de la novela no llegó hasta mucho después de muerto.