Lejos de ser un problema nuevo, el mobbing o agresión laboral resulta ser uno de los males que más afectan a muchos lugares de trabajo e instituciones, y que se traducen en depresión, baja producción e incluso suicidio.

 

Al iniciar el primer Congreso Mexicanos sobre Mobbing y otras formas de violencia en instituciones, se señaló lo anterior y se explicó que esta forma de agresión está disfrazada y debido a su desconocimiento muchos lo consideran parte del ambiente laboral.

 

El presidente de la Asociación Mexicana Contra el Mobbing, Carlos Rodríguez Hernández, recordó en su ponencia que este problema comenzó a estudiarse desde la década de los años 80, sin embargo en México apenas comenzó a abordarse desde hace ocho años.

 

En entrevista con Notimex, explicó que ha tenido la oportunidad de ayudar a casi una centena de empresas que enfrentaban problemas por este mal, mismo que se analiza en este congreso que concluirá este 10 de junio en la Rectoría General de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

 

Detalló que esta forma de agresión organizacional se ejerce a través de los mismos colaboradores de trabajo, debido a una cultura mercenaria, en la que lo que importa es el dinero y no las personas.

 

En este ambiente de individualismo y la falta de una cultura de integración laboral, el talento se convierte en un detonante de temor para quien se siente superados o amenazados y por lo mismo buscan a toda costa eliminarlo metódicamente.

 

Indicó que en este tipo de violencia interfieren de manera orquestada todo un grupo laboral, desde los mismos compañeros de trabajo y hasta los jefes, generando chismes entre sí contra el agredido o víctima y que permean a todos los círculos.

 

Esto, dijo, es el resultado de una falta de políticas adecuadas y una comunicología incorrecta, sumado a elementos como el acoso, la discriminación y el chisme.

 

Así, dijo, el mobbing tiene una gran similitud con el bullying escolar, ya que se juntan los colaboradores y si se sienten amenazados por ti o tienen aversión hacia tu persona por un hecho de discriminación, de género o incluso de diferencia emocional, pueden tratarte de eliminar de la organización.

 

Explicó que en este fenómeno interfieren diversos personajes, entre los que está el acosador, que inicia los ataques y confabula a tus espaldas; el chismoso, que corre rumores y los extiende; el pasivo o indiferente, que no se inclina por nadie y no dice nada dejando que ocurra todo, aún sabiendo la verdad, y la víctima.

 

Entre los motivos precisó que pueden ser desde el hecho de ser gordo, o flaco, vestir bien o mal, usar tacones y falda en el caso de la mujer o incluso recibir un ascenso que pone en descontento a los demás, puede ser un detonante de mobbing.

 

Tras proyectar un corto titulado “Yo no Fui”, detalló que en el mobbing pueden participar todos, tanto voluntaria como involuntariamente, y a través de la descalificación, el chisme, la intriga y el sabotaje, eliminar a una persona de una manera perversa.

 

Así, el simple hecho de un ascenso en un puesto que esperábamos que se le diera a otra persona, puede generar comentarios de envidia y que pueden derivar en un supuesto “favor sexual” para alcanzar el puesto, el ser familiar del jefe, o tener un historial oscuro.

 

De igual forma, para una persona talentosa que puede generar temor entre sus compañeros termina siendo saboteada, acosada y abusada por los mismos trabajadores ocasionando depresión, baja autoestima y en ocasiones hasta problemas que derivan en la renuncia o en casos peores el suicidio de la víctima.

 

Esto, desde luego, se suma a otros tipos de agresión que no son mobbing, como el acoso sexual, o la agresión psicológica y que terminan por convertirse en complemento que destruyen a un profesional en su lugar de trabajo.

 

Ante ello, Rodríguez Hernández destacó que es necesario establecer políticas que eviten este problema, ya que debido a que no se conoce y Recursos Humanos no lo entiende pues hasta la fecha no se puede medir.

 

Por lo pronto, para hacer frente a este problema, el simple hecho de procurar una política de respeto, valores una cultura organizacional pueden generar resultados muy positivos, como ya ha ocurrido en muchas empresas en donde el simple hecho de prohibir “hacer chismes”, resultó en un mejor ambiente laboral.

 

El objetivo, dijo, es buscar no sólo que se convierta en la mejor empresa para trabajar, sino también en una empresa en donde sus trabajadores estén felices de trabajar, ya que ello al final se traduce en una productividad eficiente y trabajadores fieles y entregados.