Científicos de la Universidad de Ginebra, en Suiza, trabajan en la que en unos años podría ser la cura para la diabetes: una vacuna basada en el trasplante de células madre para ayudar a que el cuerpo de las personas enfermas vuelva a producir insulina.

 

En el marco de la tercera Cumbre Sanofi 2015, en la ciudad de Cancún, Quintana Roo, el doctor Phillipe Halban, especialista en Diabetes, bioquímica y medicina genética, presentó su investigación sobre el trasplante de células madre en los cuerpos de pacientes con diabetes tipo 1, con el objetivo de que estas ayuden a regenerar las células beta, encargadas de la producción de la insulina.

 

“La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune, que destruye todas las células beta, células sumamente especializadas que secretan insulina en cantidades exactas para las necesidades del individuo: responden a cambios en los niveles de glucosa y la grasa”, explicó.

 

“Se pueden estimular con otras hormonas y también por información neuronal directa. Esto ocurre segundo a segundo, lo cual permite que las personas puedan mantener la glucosa a niveles constantes aún después de comilonas y también en el ejercicio”.

 

De ahí surgió la idea de trasplantar células madre para que estas se conviertan en células beta.
Pero ¿cómo es posible? Las células madre se llaman así porque tienen el potencial de convertirse en muchos tipos distintos de células en el organismo pues funcionan como un sistema reparador de cuerpo: pueden dividirse sin perder sus propiedades y son precursoras de las células del tejido en el que se encuentran. A partir de ellas no se puede generar un organismo entero, pero sí algunas partes que lo conforman.

 

“Podemos tomar células madre del paciente, hay métodos incluyendo dos que se publicaron a finales de 2014 para usar células humanas pluripotenciales que se replicaron en cultivos y se convirtieron en células que producen insulina, no son perfectas, verdaderas ni diferenciadas, pero sí producen insulina para controlar la glucosa”, señaló.

 

Actualmente la investigación está en la fase de ensayos clínicos; el primer problema es la manera de obtener las células madre lo cual puede hacerse a partir de células embrionarias (lo que todavía lleva a problemas éticos y morales) o del propio paciente.

 

El siguiente problema será ¿cómo evitar que el cuerpo diabético de un paciente destruya las nuevas células beta? La idea sería inducir la tolerancia en estos individuos para que ya no destruyan las células beta y utilizar el mismo enfoque en pacientes que van a recibir un implante.

 

“Esto va a ser una cura, potencialmente sí, porque uno puede imaginarse un trasplante del número suficiente de células beta para reemplazar las que han sido destruidas por la enfermedad. Esto solo funciona si podemos hacer suficientes células, pero tenemos que protegerlas para que no sean destruidas nuevamente, ¿hay forma de proteger estas células del ataque autoinmune? La respuesta es sí”.
La insulina es tan importante para el cuerpo porque es la sustancia que permite que la glucosa (el azúcar que obtenemos de los alimentos) entre a las células donde se convertirá en energía.
La diabetes es la enfermedad que se expresa en la incapacidad del cuerpo de producir insulina, que evita que el azúcar se acumule en la sangre y nos lleve a fallas en los riñones, a perder la vista o a la amputación de miembros, como el pie.

 

Actualmente el tratamiento más generalizado para los diabéticos consiste en la aplicación “exógena” de insulina: inyecciones que el cuerpo necesita recibir en cantidades precisas, cada tiempo determinado para procesar el azúcar y evitar que esta se acumule en la sangre.

 

Este tratamiento tiene algunas complicaciones como aumento de peso o que la vida del paciente tenga que girar en torno a sus inyecciones de insulina.

 

Otras opciones serían hacer un trasplante de páncreas (el órgano encargado de producir insulina) pero esto requiere que el paciente se mantenga con medicamentos inmunosupresores de por vida, para no rechazarlo, una alternativa más bien costosa.