Buscando “lo artístico” dentro de los objetos de la vida cotidiana, el mexicano Museo del Objeto del Objeto (MODO) se encamina a celebrar sus cinco años de vida, una etapa en la que la nostalgia ha sido un componente fundamental en sus exposiciones.

 

Visitantes como aquellos a los que les recorre esa nostalgia al ver cosas que tenían de pequeños en sus hogares o abuelos que se encuentran con objetos que utilizaban ellos mismos hace unos años les han hecho ver la “rápida” vinculación que se puede establecer con los artilugios.

 

“Nos hemos dado cuenta de que los objetos tienen una capacidad muy valiosa de conectar emocionalmente con las personas”, afirmó en entrevista con Efe la directora del recinto, Paulina Newman.

 

El acervo del museo se ha visto triplicado en estos últimos años; mientras que en su fundación partían con una colección de 40 mil objetos, hoy en día alcanzan los 120.000.

 

Se muestran a través de exposiciones temporales, con las que van plasmando diferentes lecturas de la colección original -iniciada por el fundador del museo, Bruno Newman-, mientras que también se exponen muestras realizadas en colaboración con otras instituciones.

 

De esta forma, el MODO ha arrojado durante estos años miradas sobre aspectos como la muerte, la estética femenina, el rock mexicano o la fotografía.

 

Algunas de ellas son tan curiosas como la del “Museo de las relaciones rotas”, en la que exhibieron objetos donados provenientes de personas con el “corazón roto”.

 

La primera de sus exposiciones temporales, “Nostalgia de lo cotidiano”, ya desvelaba una de las ideas que han ido reflejando este lustro: que incluso los elementos que nos acompañan día a día pueden formar parte de las vitrinas de un museo.

 

“Muchos objetos fueron hechos para ser perecederos, como empaques, envases o publicidad, pero por alguna razón subsistieron”, convirtiéndose en “testigos de la historia”, defendió la directora.

 

Sus exposiciones, como la de diseño japonés que se expone actualmente, guardan un “tinte” del reflejo de la sociedad, porque “analizando un objeto te puedes dar cuenta de cómo se vivía en el momento en que fue creado, qué necesidades había o las tendencias de diseño que había en ese momento”.

 

Y hacerlo, a su vez, sin perder una conexión con la realidad del momento, ya que “más del 60 %” de su público es de edad universitaria y les interesa “que ellos conozcan cómo fueron antes las cosas, pero que también vean su mundo reflejado en el museo”.

 

Ahora, el recinto es un atractivo más del barrio capitalino en el que se encuentra, la Roma, y no solo por sus muestras, sino también por los numerosos candados que se pueden ver aferrados a las rejas que hay frente al museo.

 

El gesto, consistente en que los enamorados dejen un candado con sus nombres, es una iniciativa promovida por el MODO desde hace un par de años con la que intentaron importar esta costumbre nacida en los puentes de Italia y, al mismo tiempo, dar a los visitantes la oportunidad de “dejar algo suyo” en el museo.

 

“Todos los días vemos a alguien dejando su candado, aunque hace poco también nos tocó alguien que fue con un cerrajero y lo quitó”, apuntó la directora.