PANAMÁ. Raúl Castro, el hermano y sucesor de Fidel, ocupará un lugar propio en la historia como el presidente de la Cuba revolucionaria que hizo las paces con Estados Unidos tras más de medio siglo de un enfrentamiento surgido en la época de la Guerra Fría.

 

A sus 83 años, el pragmático Raúl ha protagonizado junto a Barack Obama en Panamá la esperada imagen del deshielo entre la isla comunista y el tradicional enemigo de la Revolución que triunfó en 1959 bajo el liderazgo de Fidel Castro, quien durante décadas lideró en América el azote contra el “imperialismo yanki”.

 

También quedará para la posteridad su inédito discurso en la VII Cumbre de las Américas, la primera en la que la que ha participado la isla, donde Castro donde derrochó pasión, emotividad y mucha chispa y en el que reaafirmó la voluntad de avanzar en el proceso de normalización de relaciones con Washington.

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Foto: AP

 

 

Al frente de Cuba desde 2006, cuando Fidel Castro dejó el poder por una grave enfermedad, el menor de los Castro ha ejercido un mandato marcado por sus reformas económicas para “actualizar” el socialismo cubano, pero con el objetivo puesto en garantizar la supervivencia de la Revolución.

 

Emprendió en Cuba una apertura muy controlada a la iniciativa privada, flexibilizó las leyes para atraer más inversión extrajera y, en el plano social, suprimió prohibiciones que durante décadas agobiaron a los cubanos como la ley migratoria que normalizó los viajes al extranjero.

 

Su plan de “actualización” no ha incluido reformas políticas más allá de limitar a un máximo de diez años los cargos políticos y estatales, incluida la presidencia del país, por lo que Raúl Castro se jubilará en el año 2018.

 

Durante su mandato, ha intentado encaminar un relevo generacional institucionalizado con numerosos cambios en las estructuras del poder, donde ha aumentado la presencia de dirigentes con menos de 60 años, militares, mujeres, negros y mestizos tanto en el Gobierno como en los órganos de dirección del Partido Comunista (PCC, único).

Foto: EFE

 

Con su “actualización económica”, que muchos equiparan a los procesos reformistas acometidos en países comunistas como China o Vietnam, Raúl Castro ha conseguido suavizar la imagen internacional de Cuba y obtener logros diplomáticos como la reinserción continental de la isla, que ha culminado con su participación en la VII Cumbre de las Américas de Panamá.

 

En su mandato se ha iniciado además el deshielo con la Unión Europea, con una negociación para llegar a un acuerdo bilateral y normalizar unas relaciones marcadas por la restrictiva “posición común” que tanto molesta a La Habana desde 1996.

 

Pero sin duda el acontecimiento por el que Raúl Castro se ha ganado un lugar propio y fuera de la estela de su hermano Fidel ha sido el acuerdo para el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos.

 

Raúl Castro ha recordado no obstante que aún está pendiente la principal batalla en ese camino: el fin del embargo económico, comercial y financiero, el “bloqueo” como se llama en Cuba, de EU contra la isla.

 

Nacido el 3 de junio de 1931 en la finca familiar de Birán, en el oriente de la isla, Raúl, el menor de los hijos varones del gallego Ángel Castro siguió desde la universidad los pasos de su hermano Fidel en la preparación del movimiento rebelde contra Fulgencio Batista.

 

Participó en el frustrado asalto de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes (Santiago de Cuba) que marcó el inicio de la lucha contra la dictadura en 1953, estuvo en prisión como su hermano y, tras ser amnistiados, huyeron a México donde los insurgentes prepararon la incursión del yate “Granma”.

 

Tras el triunfo de la Revolución en 1959, tuvo un papel fundamental como número dos del país desde sus cargos de primer vicepresidente de los consejos de Estado y de Ministros, segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista y ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

 

Uno de sus logros más destacados fue convertir al ejército rebelde en unas modernas fuerzas armadas que muchos consideran la institución más estable, respetada y mejor dirigida del régimen y que además de defender al país garantizaron la supervivencia económica de la isla tras el desplome de la URSS.

 

El general Castro construyó metódicamente un ejército de “soldados-empresarios” del que surgió una elite militar-gerencial que dirige las principales empresas estatales del país y que ha ido aumentando su poder e influencia en lo que algunos analistas llaman “la etapa castrense del castrismo”.

 

Considerado un “forjador de cuadros” y un hombre al que le gusta trabajar en equipo, Raúl Castro tiene fama de pragmático, organizado y sistemático, un carácter muy distinto, aunque para muchos complementario, al de su carismático hermano mayor.

 

Los biógrafos de los Castro relatan que a veces los hermanos tuvieron enconadas disputas, pero en público y de forma oficial nunca se vieron fisuras entre ambos.

 

Mucho más volcado en la familia que Fidel, Raúl Castro se casó con su compañera de lucha en Sierra Maestra Vilma Espín -fallecida en junio de 2007- con quien tuvo cuatro hijos: Mariela, Nilsa, Déborah y Alejandro.

GH