Lo peor que pudo pasar al club América al prescindir de Antonio Mohamed fue que se generara la sensación de que eso obedecía al tipo de futbol planteado por el director técnico.

 

Es verdad que la afición águila manifestó rechazo al estratega durante buena parte de su gestión a causa de sus esquemas conservadores y que, como sucede en los romances de adolescencia, sólo le quiso al haberlo perdido –precisamente tras la coronación en el torneo anterior. Nada nuevo ese deseo americanista si se considera que así como Pumas alimenta su imaginario colectivo de alinear jóvenes y Chivas de aferrarse a lo mexicano, algo en todo seguidor azulcrema exige espectáculo y aplastar rivales (por infrecuente que eso haya sido a lo largo de la historia).

 

columna mohammed

 

La realidad es que los planteamientos tácticos de Mohamed no habrían bastado para alejarle de Coapa. La prueba es que los refuerzos contratados para este torneo fueron evidentemente solicitados por él (algunos de ellos, como Benedetto y Pellerano, sus dirigidos antes en Tijuana), bajo el entendido de que en ese banquillo continuaría; incluso tuvo que ver con quienes saldrían del plantel, como Jesús Molina, para hacer caja que amortizara tamaña inversión.

 

Esa relación se fracturó ante el ausentismo e indisciplina de Toni. Los viajes a medio torneo, los días libres concedidos al plantel para él mismo desplazarse lejísimos de la Ciudad de México, las reincorporaciones tardías al trabajo, el ejemplo que como líder dio al grupo.

 

Excelente director técnico y entrañable persona, el comportamiento fue lo que propició la no permanencia de Mohamed; nada más que eso; ni siquiera sus problemas con algunos jugadores. Curiosamente, a media temporada le fue ofrecida la renovación de contrato, misma que en ese instante el entrenador rechazó, argumentando que lo mejor sería esperar a la culminación del torneo y evaluar resultados.

 

Un par de meses más tarde América ya no quiso retenerlo y negoció con Gustavo Matosas, quien aterrizó obligado a cargar con dos sofocantes losas: la primera, tomar a un campeón millonariamente reforzado; la segunda, la percepción popular de que forjaría un futbol vistoso y ofensivo que le diferenciara de lo criticado a su predecesor.

 

Este sábado se reencontrarán en Monterrey. El América post-Mohamed llegará con cierto alivio luego de vencer al Cruz Azul en el Clásico Joven y remontar al Herediano en la Concachampions, tras haber superado una etapa de auténtica crisis. El Mohamed post-América llegará con la legitimidad que da haber ganado con Rayados cuatro de los seis partidos de liga dirigidos desde su relevo en la fecha siete.

 

Las dos partes admitirán en privado cierto remordimiento por no haber logrado extender esa etapa. Y, en el fondo, un dañado (¿o beneficiado?) colateral: Gustavo Matosas; todo por esa sensación errónea de que Mohamed se fue por su forma de hacer jugar al equipo.

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.