El último libro de Oliver Sacks (Londres, 1993) se llamará On the Move. A life (Alfred A. Knopf, Nueva York) y comenzará a circular en mayo de este mismo año. Es un libro autobiográfico en cuya portada aparece el Dr. Sacks como nunca lo habíamos visto: veinteañero corpulento, montado sobre una motocicleta y con la indumentaria de rigor: chamarra de cuero y pantalones de mezclilla.

 

Acostumbrados como estamos a verlo como el venerable neurólogo calvo, con lentes y barba intelectual, estas memorias prometen redondear la imagen de Sacks como un hombre que vive con gratitud y alegría a pesar de los accidentes y las desgracias de la vida.

 

Hace un mes el neurólogo anunció en su columna del New York Tiemes que tenía un cáncer terminal en el hígado. Como era de esperarse, Oliver Sacks confrontó su padecimiento con valor: “debo decidir cómo vivir los meses que me quedan. Tengo que vivirlos de la manera más rica, intensa y productiva que pueda.” Su actitud no tiene nada que ver con la resignación sino con todo aquello que sus pacientes, sus escritores favoritos y sus lectores le enseñaron sobre la vida.

 

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