BRASILIA. Menos de tres meses después de iniciar su segundo mandato, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, debió aceptar la primera dimisión de un ministro: el titular de Educación, Cid Gomes, renunció al cargo tras protagonizar duros roces con la base oficialista en el Congreso. Es además, una cartera a la que la presidenta había dado mucha importancia, ya que mejorar la educación iba a ser central en su segundo mandato.

 

El ya ex ministro Gomes, uno de los más polémicos del gabinete, había acudido a la cámara para explicar las críticas que lanzó hace unas semanas en la Universidad Federal del estado de Pará a los legisladores de la coalición oficialista. En esa oportunidad, el ministro, que integra el minúsculo Partido Republicano del Orden Social (PROS) sostuvo que había en la Cámara Baja “unos 400 o 300 diputados” que desean ver al gobierno “débil, porque es el camino que les permite presionar más, sacar más del gobierno” y los llamó mangantes”.

 

Sin citar nombres, Gomes llamó a esos diputados “oportunistas” y les exigió que si no se alinean con el gobierno “suelten el hueso” y se vayan a la oposición. Esas palabras causaron un rifirrafe con numerosos diputados oficialistas, incluso con el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, quien le acusó de “faltar el respeto” al órgano legislativo.

 

Entonces Gomes le espetó a Cunha que prefiere ser llamado “maleducado” que, “como él”, ser acusado de robar, en alusión a la imputación del presidente de la Cámara como uno de los supuestos beneficiados de los sobornos procedentes de la petrolera estatal Petrobras. De ahí se dirigió al palacio presidencial de Planalto y presentó su dimisión a la jefa de Estado, Dilma Rousseff, que la aceptó de inmediato.