La sonrisa de Eduardo Herrera luce más grande. El canterano posa con la playera oro de Universidad como si estuviera en la presentación para jugar con el equipo que le abrió las puertas a la Primera División. Frente a él los fotógrafos le suplican por un saludo o una pose,  consecuencias de un llamado al Tri, más si se trata de un delantero y si se toma en cuenta que Herrera pertenece a la que alguna vez fue la surtidora principal de elementos verdes.

 

Nunca el chico había sido convocado a una Selección en sus diversas categorías, cuestión de tiempos, dice Herrera: “Uno lo sueña. Desde niño sueñas el debutar en el ámbito profesional, después tienes otras metas y obviamente había visualizado llegar a la Selección, pero hasta que llega te da mucha emoción. Quiere decir que todo el trabajo que he hecho hasta ahora ha valido la pena”, suelta sin dejar un momento de sonreír.

 

Sus números no impresionan.  Lleva apenas tres tantos en 10 partidos; y sus mejores números como goleador los tuvo el torneo pasado que consiguió nueve goles, máxima cifra en su carrera de ocho torneos que dicta una suma total 26 goles, para un promedio de poco más de tres goles por campaña.  Pero ante la carencia de talento goleador en canchas mexicanas, El Piojo ha tenido que recurrir, literalmente, a lo que hay.

 

Las frases de felicidad se repiten: “Estoy muy contento, motivado, muy ilusionado por esta oportunidad que está ahí para aprovecharla”. Sin embargo, Herrera no pierde piso, sabe que un llamado no lo hará frecuente en el Tri, por eso habla con tiento de Copa Oro y Copa América, antes de anticiparse a escoger una para asistir. “Primero quiero que me conozcan, que sepan lo que puedo hacer”.

 

Incluso, ni siquiera ve competencia en la artillería con hombres como Chicharito Hernández o Raúl Jiménez. “Más que competir con ellos voy a competir conmigo mismo. El futbol es así, si uno está haciendo bien las cosas va a ser considerado. Esta oportunidad me ilusiona y quiero aprovecharla”.

 

Tiempo a Herrera, que de momento, presume una sonrisa más grande que la de ayer.