Con el ejercicio cotidiano de la diplomacia pública se desmonta la idea de que un país cerrado al mundo está condenado por la historia a no escapar del aislacionismo.

 

En años recientes y con herramientas de la inmediatez, entre otras, José Antonio Meade abrió las puertas de embajadas y consulados mexicanos al pedir a sus funcionarios que tuiteen sus actividades.

 

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Desde México, la idea anquilosada de que “todo lo que hacen los funcionarios en el exterior representa un derroche innecesario de recursos”, más tarde que temprano (porque implica un cambio de paradigma) encontrará un punto de inflexión porque la globalización ya nos rebasó.

 

La visita del presidente Peña Nieto a Londres era la oportunidad de oro para iniciar el reposicionamiento de su imagen internacional después del impacto que han tenido sobre de ella los casos de Ayotzinapa y de la casa blanca. La articulación de la estrategia no era fácil porque entre las actividades programadas durante la visita, el exceso simbólico de la monarquía británica podría bloquear la fluidez de la misma. Y así sucedió.

 

Pensamos que es la tecnología la que se encuentra en el cenit de su revolución pero la realidad es que es la comunicación la que lo experimenta. Comunicación social de la Presidencia mexicana preparó un tour a los reporteros de varios medios de comunicación a dos tipos de eventos: cobertura de las actividades monárquicas y de negocios, dejando a un lado un componente importante, el político.

 

Era evidente que (para la prensa y gran parte de los peatones mexicanos) al no entender el rol que juega la reina Isabel II entre los británicos, el riesgo de que los medios colocaran sus acentos cercanos a la frivolidad era latente. Y así sucedió, no creo que por voluntad de comunicación social de la Presidencia sino por acto reflejo de la prensa siempre rosa y de los memes siempre rojos. Si éste era el escenario que deseó Presidencia para evitar manifestaciones con temática de Ayotzinapa entonces obtuvo éxito porque las que ocurrieron fueron anémicas, sin embargo, dejó escapar el incremento de talla política al Presidente al no aprovechar al máximo una de las pasarelas políticas más importantes del mundo: Londres. Una ciudad en la que se escucha eco de más de 250 idiomas. Fenómeno que difícilmente ocurre en otra parte del mundo.

 

¿Cómo contener o quitarle fuerza a la frivolidad? Muy fácil. Impartiendo una magna conferencia con ángulo global en la sala central de la Cámara de los Comunes; sobre ponderando las reuniones con el premier David Cameron; organizando una charla de prensa conjunta; maquinando un evento abierto en alguna de las universidades londinenses (en la London School of Economics –LSE– hubo un evento el lunes 2 de marzo organizado por alumnos mexicanos) para hablar, por ejemplo, de la última aportación política de Gran Bretaña al mundo, la Tercera vía, del profesor Anthony Giddens. Qué más da que fuera un laborista como Tony Blair el que la hiciera suya, se trata (la Tercera vía) de un sillón cómodo para ganar elecciones con marca británica.

 

Algo más, el Presidente de México pudo detonar empatía con medios británicos de relevancia como The Guardian y The Independent al hablar solidariamente de los problemas globales de impacto doméstico como lo son, entre otros, el reclutamiento del Estado Islámico de jóvenes británicos.

 

Nada se obtiene sin riesgos. Pero en el momento de hacer la evaluación, si el costo-beneficio es positivo para los intereses del Presidente, entonces se lleva a cabo.

 

Sin importar las ideologías, una de las sempiternas apuestas de los gobiernos mexicanos para que se diluyan las crisis que experimentan es la desmemoria. Lamentablemente, desde el ángulo social, ha sido un éxito. La desmemoria acarrea éxitos a largo plazo pero empequeñece a los gobernantes que la promocionan.

 

Si la diplomacia pública es la vía óptima para romper con el hermetismo de un mundo lejano a los peatones es necesario primar el soft power a través de figuras como el Chicharito, gran conocedor del futbol británico por haber jugado en el Manchester United.

 

El Presidente mexicano mencionó al futbol en el discurso que leyó durante la cena que le ofreció el Lord Mayor de Londres, pero no hizo referencia al futbolista que hoy permanece en el olvido del Real Madrid. Del Ballroom (sala donde la reina Isabel II le ofreció una cena al Presidente) en el palacio de Buckingham sólo hablan la prensa roja y los memes rojos, no el Guardian.