No puedo negar que el nombramiento de Jesús Murillo Karam al frente de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, SEDATU, cayó como pandorga –expresión de mi abuela– entre las organizaciones no gubernamentales dedicadas a temas urbanos. Y sí, ciertamente, el curriculum no ayuda mucho. Si a esto le sumamos que muchos seguimos siendo escépticos de “la verdad histórica”, el panorama no es halagüeño. Sin embargo, prefiero pecar de optimista y confiar en él.

 

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La SEDATU, como sabemos, es heredera de la Secretaría de la Reforma Agraria, de la que salió Murillo Karam, entonces Oficial Mayor, al cumplir los 43. Hoy, 2 de marzo, cumple 67 años, y el reto de la SEDATU es más complejo: ya no se trata sólo de una dependencia relacionada con el reparto agrario sino también con el desarrollo de la ciudad.

 

Lo urbano ha tenido muy poca relevancia a para el Gobierno Federal. Desde la ochentera SEDUE (Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología), pasando por la Subsecretaría de Desarrollo Urbano de la Secretaría de Desarrollo Social, y ahora en la SEDATU, las atribuciones federales en temas urbanos son ambiguas y no se les ve como un verdadero instrumento del desarrollo. La reforma urbana, demandada por todas las organizaciones sociales ligadas a los temas de ciudad, siempre queda relegada ante otras prioridades.

 

Pese a que no hay una institución federal dedicada a todos los temas urbanos, dentro de la SEDATU quedó la Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, hoy a cargo de Alejandro Nieto Enríquez, una persona con amplia trayectoria en los temas de desarrollo urbano y regional.

 

Si el nuevo secretario quiere estar a la altura de las circunstancias en la SEDATU, debe fortalecer los programas de la Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, hacerlos crecer, asumir el liderazgo de la Federación en el tema y no relegar el problema a estados y municipios, como ha sucedido desde la reforma constitucional de 1983, que dejó en los municipios la planeación del territorio. Jesús Murillo Karam debe convertirse en el promotor de la Reforma Urbana, una de las reformas más importantes y trascendentes, que su reformador jefe no ha sabido asumir y promover.

 

Pese a los claroscuros y sinsabores que dejó el paso de Murillo Karam por la Procuraduría General de la República, su carrera sí denota compromiso. Es originario de Mineral del Monte, uno de los primeros lugares en obtener la categoría de “Pueblo Mágico”. Cuando fue gobernador invirtió y detonó el desarrollo turístico del municipio. Esto tal vez es simbólico, frente al tamaño del reto urbano, pero de algo tengo que asir mi optimismo.

 

En otras palabras, con estas líneas, quiero dejar en Murillo Karam el beneficio de la duda y a la vez invitarlo a ser impulsor de la reforma urbana, una reforma que pide que la Federación recupere la facultad de planear el territorio; que las Zonas Metropolitanas sean atendidas y no relegadas a una visión estrecha del federalismo y la autonomía municipal; asegurar que las necesidades y los servicios urbanos se acerquen; invertir y decidir sobre la movilidad urbana, reformular las políticas de vivienda, revitalizar los barrios y favorecer la innovación.

 

Y por último, coincidiendo la publicación de este artículo con el cumpleaños del nuevo secretario, y a la vez partiendo de la premisa de que ya descansó, sólo queda cantarle las mañanitas. Despierta, Murillo, despierta, mira que ya amaneció, ya México es predominantemente urbano y su planeación se olvidó. Enhorabuena, secretario.