Intentemos ir despacio, a ver si así entendemos: de la serie Breaking Bad vino el culto; por el culto creció el consumo de metanfetamina; de dicho consumo (y ya no tanto del alcohol) se empezó a nutrir la violencia en las gradas de la Bundesliga; y, como desafío a quienes formularon las anteriores conclusiones. Este fin de semana se suscitó una invasión de campo con hooligans disfrazados, precisamente, como los personajes Walter White y Jesse Pinkman cuando fabricaban metanfetamina en la celebérrima serie televisiva.

 

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Nociones encadenadas por lógica o con uso de calzador, conclusiones que, sin duda, llegan a suceder sin que eso signifique que obligatoriamente siempre sucedan, cuidado con la generalización.

 

La historia es así: unos meses atrás, estudios académicos revelaron que los hooligans alemanes recurrían cada vez con mayor frecuencia al consumo de metanfetamina en un afán de estar más encendidos (por usar un adjetivo) durante los partidos. Dicha investigación aludía en específico a los seguidores más violentos del club Colonia, debido a una pancarta con la que fueron recibidos en un partido ante el Dinamo Dresde, cuando aún estaban en segunda división: “Don’t meth with Cologne?”, juego de palabras en inglés para decir “¿no se metan con Colonia?”, pero utilizando la palabra meth o metanfetamina.

 

El sábado se efectuó una edición más del derby del río Rin, que enfrenta a los clubes Borussia Moenchelgladbach y Colonia. Ciudades separadas por unos cincuenta kilómetros, la rivalidad se dispara cada que el M´gladbach se encuentra en mejor racha que el Colonia por una sencilla razón: la molestia del segundo de estos equipos de quedar a la sombra futbolística del primero, cuando en todos los demás rubros Colonia destaca más que Moenchelgadbach: con su  amplia reputación turística, estudiantil, corporativa; con su sofisticación resumida por su imponente catedral; con el doble de población.

 

El club Koln o Colonia fue relevante mucho antes que el Gladbach, hasta que en los años setenta llegó la gran generación encabezada por Berti Vogts y Gunter Netzer que conquistaría cinco ligas y dos copas UEFA. Ahí pasaron de una cariñosa vecindad a una genuina enemistad, la cual ha renacido en los últimos años con las malas temporadas del Colonia (en constante ascenso y descenso de categoría), contrastadas con la consolidación del Gladbach, de momento en tercer sitio y vivo en la Europa League.

 

Este fin de semana, en su derby, todo transcurrió con normalidad durante noventa minutos en los que no hubo goles; el suizo Granit Xhaka anotó de último segundo para el Borussia y entonces brotó la escena más absurda: invasión de campo por decenas de aficionados del Colonia, vestidos con un disfraz blanco muy parecido al que Walter White y Jesse Pinkman utilizaban al fabricar metanfetaminas.

 

La actitud, sin embargo, nada tenía que ver con lo cómico o con el carnaval que de momento llena las calles de Colonia. Choques con la policía, lanzamiento de bengalas, intimidación, pánico, desastre, mientras los jugadores apuraban (casi evacuaban) su salida de la cancha.

 

De inmediato se identificó a esa barra de aficionados como anarquista, así como el club Colonia se avergonzó de su comportamiento y anunció que les prohibirá el acceso al estadio.

 

¿Ha incrementado el consumo de metanfetamina entre los hooligans alemanes? ¿De ser así, tiene que ver eso con el culto por Breaking Bad? ¿Los disfraces aludían a White y Pinkman o sólo fueron elegidos por los rijosos para actuar con la cabeza cubierta? Como sea y se trate de anarquistas o no, una puesta en escena digna del teatro del absurdo cerró tan caótico derby del río Rin.

 

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