MINSK. El presidente de Francia, Francois Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, llegaron hoy a Minsk para participar en la cumbre con sus colegas de Rusia y Ucrania en un intento de buscar un arreglo para la crisis ucraniana.

 

Ambos llegaron acompañados de sus ministros de Exteriores, el alemán Frank-Walter Steinmeier y el francés Laurent Fabius, poco después de que aterrizara en la capital bielorrusa el avión del presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, y es esperado de un momento a otro el líder del Kremlin, Vladimir Putin.

 

Kiev acuerda con rebeldes alto al fuego

 

Representantes de las autoridades de Kiev y los separatistas prorrusos celebraron anoche una nueva ronda de negociaciones de paz celebradas en Minsk con mediación de Rusia y de la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa), donde acordaron un alto al fuego y la retirada de armamento pesado.

 

Por el momento se desconoce si ambas partes han acordado también la línea de separación de fuerzas y la zona desmilitarizada de la que debe retirarse la artillería de grueso calibre tanto de las fuerzas gubernamentales como de las milicias insurgentes.

 

Obama habla por teléfono con Putin

 

Aunque la iniciativa de paz es franco-alemana, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no se quiso quedar al margen y el martes telefoneó a Putin, para advertirle sobre las graves consecuencias para las relaciones entre Rusia y Occidente si la cumbre termina en fracaso.

 

Obama avisó a Putin de que Rusia pagará un alto precio si continúa “sus agresivas acciones en Ucrania, incluido el envío de tropas, armas y financiación en apoyo a los separatistas”.

 

Todos están de acuerdo en que el objetivo primordial de la reunión es parar la guerra, ya que desde la reanudación de los combates a gran escala en la segunda semana de enero, han muerto centenares de civiles, en su mayoría en la región de Donetsk.

 

Por un frente común

 

El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, subrayó la importancia de que Kiev, Berlín y París forjen un frente común en Minsk, pero, según fuentes diplomáticas europeas, Ucrania también tendrá que realizar concesiones en el plano político.

 

Los doce puntos de los Acuerdos de Paz suscritos en Minsk el 10 de septiembre de 2014 serán la base de negociación, pero, según todos los expertos, serán modificados, ya que la línea del frente ha variado considerablemente en las últimas semanas.

 

Ucrania quiere regresar a la línea de separación de hace casi seis meses -algo inviable para los rebeldes-, a partir de la que se trazaría la franja desmilitarizada de 30 kilómetros de profundidad de la que ambos bandos tendrían que retirar el armamento pesado.

 

Los rebeldes aseguran que “no darán ni un paso atrás”, por lo que los expertos de los países mediadores plantearon un término medio: una zona de seguridad de 70 kilómetros que garantizaría la seguridad de los bastiones prorrusos.

 

Kiev no quiere fuerzas de pacificación, ya que eso podría significar la congelación del conflicto y, dados los precedentes de repúblicas secesionistas como la moldava Transnistria, la independencia de facto del territorio.

 

La Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), garante de los acuerdos, sería posiblemente la encargada de supervisar una eventual zona de seguridad, aunque los rebeldes opinan que carece de mecanismos para cumplir esa misión, en alusión a que se necesitarían fuerzas de interposición armadas.

 

Además, las autoridades ucranianas descartan una posible federalización del país, como propone Rusia, y como alternativa plantean una descentralización, que los separatistas prorrusos no están dispuestos a estudiar.

 

No está claro si ambas partes podrían volver a poner sobre la mesa la autonomía provisional que Poroshenko concedió el pasado año a las regiones del este, lo que incluiría la celebración de elecciones, ya que los comicios separatistas del 2 de mayo de 2014 fueron condenados por la comunidad internacional y Moscú las respetó, pero no las reconoció.

 

Rusia insiste en que respeta la integridad territorial de su país vecino, pero exige que la minoría rusohablante pueda tener libre uso de la lengua rusa, no sólo en el ámbito familiar, sino en las escuelas.

 

También insiste en la necesidad de un diálogo directo entre el Gobierno central de Kiev y las regiones de Donetsk y Lugansk, que deben recibir más prerrogativas políticas -elecciones directas de gobernadores-, pero también económicas.

 

Moscú considera además que el control de la frontera ruso-ucraniana -por donde entrarían los refuerzos y el armamento para las milicias insurgentes, según Kiev, – no puede ser ahora objeto de negociación.

 

Merkel y Hollande han advertido de que si no hay progresos diplomáticos en los próximos días, la Unión Europea impondrá nuevas sanciones económicas contra Rusia, y Obama dijo que, en caso de que fracase la diplomacia, evaluará todas las opciones disponibles, incluido el suministro de armamento a Kiev.  DM