Por Ángel Cabrera

IMG_2005-copy lmsVicente Leñero fue despedido tal cual lo hubiera deseado: con una ceremonia sencilla y alejada de los reflectores mediáticos, acompañado por parte de su familia, sus más entrañables amigos y colegas, rodeado de flores blancas y cobijado por el majestuoso palacio de Bellas Artes.

Cerca del mediodía, las cenizas del periodista, dramaturgo, guionista y novelista (fallecido el miércoles a los 81 años) arribaron al vestíbulo de Bellas Artes, ya lo esperaban una centena de personas, en su mayoría protagonistas de las letras y el periodismo mexicano, como Carmen Aristegui, Marta Lamas, Eduardo Lizalde, Adolfo Castañón, entre otros.

Mientras el cuarteto de cuerdas de Coyocán interpretaba música clásica, los asistentes, en silencio, hacían guardias en honor de Leñero.

A ratos la solemnidad era interrumpida por grupos de turistas que paseaban a los lados del vestíbulo. En Bellas Artes se permitió que a la par del homenaje, las salas del museo estuvieran abiertas al público.

FOTO: ROBERTO HERNANDEZ

Una hora y media después, casi a las 13:30 y con llegada de autoridades como el secretario de Educación, Emilio Chuayffet o el titular de Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, inició el homenaje.
El dramaturgo Luis de Tavira tomó el micrófono para dedicarle unas palabras de despedida a su amigo. Destacó que en las novelas, cuentos, guiones de cine y dramaturgia de Leñero siempre existió una marca social y una consciencia histórica, para mediante el arte, develar la realidad social de México.

“Desde el escándalo inicial de Pueblo Rechazado hasta la blasfema transfiguración de Jesucristo Gómez; del enigma de Los Albañiles al thriller de Nadie Sabe Nada; de La Mudanza a Todos Somos Marcos se desciende a la semilla de la discordia social”, dijo.

De Tavira relató “Vicente vive y permanece entre nosotros de algún modo que sólo habrá de experimentar lo que es espíritu”. También, explicó, que como el periodista lo hubiera querido, no podía dejar de mencionar los momentos difíciles en los que partió.

FOTO: ROBERTO HERNANDEZ

“Nos deja en un momento aciago para México. La conciencia de los mexicanos zozobra indignada y dolida ante el dolor de la atrocidad que ha consumado la tragedia de Ayotzinapa. La conciencia de los mexicanos se levanta urgida de lucidez y de horizonte y demanda una transformación radical que detenga la espiral desbocada de la barbarie; a todos nos atañe, ninguno puede desviar la mirada”.

Y abundó: “al celebrar la vida de Vicente a Leñero en un momento así es también ocasión de valorar el testimonio de su compromiso”, por ejemplo, durante el surgimiento del movimiento zapatista inició el teatro clandestino para exponer los conflictos del país desde quienes lo padecen.

Después tomó la palabra Rafael Tovar, quien mencionó el legado dejado por Leñero al país, “esa obra revolucionaria quedó marcada por la búsqueda permanente, por el ejerció crítico de la inteligencia, la amplitud de su escritura tendió un puente entre los jóvenes”.

Tras esas palabras, una carretada de aplausos inundó el recinto, más de tres minutos de sendos aplausos para darle el último adiós.

FOTO: ROBERTO HERNANDEZ

Sin embargo, a la despedida faltaron dos de los pilares en la vida de Vicente Leñero, su esposa Esther, a quien considerada su fuerza purificadora y que prefirió aguardarlo en su casa, y su amigo de incontables batallas, Julio Scherer a quien su salud se lo impidió.

Así después de dos horas, las cenizas de Leñero fueron retiradas y llevadas al que fue su hogar de vida y ahora lo será eterno, la colonia San Pedro de los Pinos.

Y como el mismo Leñero decía, “uno nunca se muere del todo”, además de su prolífica obra, dejó un libro inédito sobre sus vivencias adolescentes y un artículo en borrador para la Revista de la Universidad, ambas obras, espera su hija Estela, que sean publicadas a la brevedad para que se le rinda el mejor tributo que un escritor puede tener, ser leído.