Han pasado poco más de tres años desde que el Southampton logró dejar la tercera categoría del futbol inglés. Han pasado cinco desde que el club cayó en bancarrota y temió desaparecer. Han pasado nueve desde que descendió a segunda sin saber que tardaría siete largas temporadas en volver a la Liga Premier. Y han pasado 38 desde el único título en la historia de este club.

 

En al menos dos de los momentos descritos renglones arriba, un partido ante el Manchester United ha resultado medular: la derrota que determinó el descenso en 2005, truncando 27 campañas ininterrumpidas en la división mayor, y la coronación en 1976 dentro de la Copa FA, cuando militaba en segunda y logró imponerse al gigante de las islas británicas.

 

lati southhampton

 

Este fin de semana se enfrentará precisamente el United, rival ante el que se juega no sólo tres puntos, sino la resolución final respecto a sus aspiraciones reales. Durante las primeras 12 jornadas, los Saints (así apodados por su filiación a una iglesia al ser fundados) fueron los únicos que aguantaron el ritmo arrollador del líder Chelsea. Entonces vinieron dos partidos ante equipos poderosos, saldados con sendas caídas: en la fecha 13 ante Manchester City, en la 14 a manos del Arsenal.

 

Fue tal la cosecha al inicio de la temporada que el Southampton, desmantelado y debilitado, se mantiene entre los tres primeros, aunque muchos piensan que esa condición está por caducar y que su sueño de clasificarse a Champions League carece de sustento.

 

Pero, ¿cuál es la razón por la que los neutrales y románticos desean el triunfo de este club del extremo sur de Inglaterra? Sobre todo, dos. Por un lado, que nadie trabaja las fuerzas básicas en las islas británicas como ellos y han generado, con diferencia, los mayores talentos en la última década. Por otro, que sus posibilidades económicas le han impedido mantener en casa a esas promesas, mucho más temprano que tarde vendidas a otras entidades.

 

Un columnista del diario The Guardian reflexionaba después de haber visto en una noche de Champions a Gareth Bale (Real Madrid) abrazado de Adam Lallana (Liverpool). ¿Qué sería del Southampton si pudiera beneficiarse futbolísticamente de los frutos de su cantera? Y es que no son sólo ellos dos, sino también los delanteros del Arsenal, Alex-Oxlade Chamberlain y Theo Walcott, quienes jamás jugaron en Liga Premier para los Saints, y los dos laterales más esperanzadores para la selección inglesa, ambos con 18 años: Luke Shaw (vendido al Manchester United por 47 millones de dólares) y Calum Chambers (al Arsenal por 26 millones).

 

Chamberlain, Shaw y Chambers habían llegado a los 7 años de edad, Bale a los 10 y Walcott a los 11. Pocos cazatalentos en el mundo pueden presumir ojo tan clínico, aunque en el caso de Bale las deudas obligaron a la peor operación económica: los Saints habían añadido al traspaso por 13 millones de dólares al Tottenham, el 25 por ciento de un futuro traspaso de Bale; sin embargo, la crisis del Southampton propició que aceptaran ceder esa opción de futuro a cambio de sólo dos millones (ahí perdieron 35 millones de dólares de la transferencia que llevaría al crack galés al Real Madrid).

 

Encima de sus limitaciones, el Southampton practica uno de los mejores futboles de la Liga Premier y mantiene fidelidad a una esencia bajo la dirección técnica de Ronald Koeman.

 

Este fin de semana, todo podría desvanecerse ante ese gigante que ha aparecido en dos de sus momentos cumbre. Queda mucho torneo, pero es evidente que si el Southampton desea mantenerse en puestos de Champions no puede ya ceder puntos ante los rivales directos.

 

Razones de mucho peso para que los neutrales y los románticos sueñen con que el milagro siga.

 

 

 

 

 

 

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