Emilio Chuayffet, secretario de Educación Pública, anunció hoy que el presidente Enrique Peña Nieto ha destinado los recursos necesarios “para crear algo que ha estado siempre vacío en el mapa de nuestra geografía cultural: la casa sede de la Academia Mexicana de la Lengua (AML)”.

 

Al respecto, el director de la AML, Jaime Labastida, dijo que para concretar el proyecto se requieren 130 millones de pesos.

 

Durante la presentación de la 23 edición del Diccionario de la Lengua Española en la Biblioteca “José Vasconcelos”, Chuayffet expresó que ese volumen celebra tres siglos de una institución que ha tenido el ambiente y la capacidad permanente “para sostenernos en la fuerza de la palabra, para conocerla en todos sus bordes y para no cejar en el empeño de volverla el punto de encuentro de todos quienes la emitimos”.

 

Al incorporar términos de nuevo cuño como “Internet”, “web”, “tuitear”, “escanear”, se da cuenta de que la lengua, como todo lo que tiene vida, está en constante cambio, dijo.

 

Gracias a la Asociación de Academias de la Lengua Española, todos los hispanohablantes están representados con la inclusión de voces de cada región, manifestó el secretario de Educación en el auditorio del mencionado recinto, colmado por sus invitados especiales.

 

El responsable de la política educativa del país consideró que el Diccionario de la Lengua Española es el espacio lingüístico en el que se realiza, de manera más clara, la unidad del español.

 

“A través de sus páginas podemos percibir que a nuestro idioma, el español, lo alimenta el entusiasmo y la voluntad de sus hablantes, quienes tienen en él su más preciosa y fiel carta de identidad”, añadió.

 

La nueva edición

 

Por su parte, Jaime Labastida explicó que este diccionario, que “recoge el español general, es decir, el que se habla en los 22 países que lo reconocen como su lengua materna”, acusa cambios de no poca importancia en relación a la edición 22.

 

“Las diferencias son claras no sólo frente a la edición previa, sino ante la totalidad de las anteriores publicaciones”, dijo Labastida, quien se dio a la tarea de citar algunos ejemplos de los mencionados cambios.

 

“La edición 22, de 2001, ostentaba en su lomo y en su portada sólo el escudo de la Real Academia Española y en sus páginas iniciales, se indicaba en el orden en que fueron creadas, la lista de las restantes 21 academias, que eran llamadas ‘correspondientes’ y en el prólogo se hacía evidente que el diccionario había sido redactado por la Real Academia y que ésta asumía la responsabilidad; era el Diccionario de la Real Academia Española”, refirió.

 

En cambio, la 23 edición ostenta en su lomo y en su portada, además del escudo de la Real Academia Española, el de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

 

“Ahora se ofrece la nómina de las academias que forman la Asociación de Academias de la Lengua Española. Hasta hace poco tiempo, la Real Academia Española hacía el diccionario”, recordó Labastida, quien subrayó que “hoy, es el Diccionario de la Lengua Española”.