¿Quién dice que no existe la maldición del superlíder?, Pumas no barrió ayer al América por la falta de puntería de los suyos, pero sobre todo gracias a Moisés Muñoz. El 1-0 es barato para un líder que corroboró que su cierre de la Liga fue un constante caerse a pedazos, y con una fiera de pumota en el pecho enfrente, el resultado no es reflejo de lo que pudo haber sucedido en el campo.

 

No es casualidad. Antonio Mohamed, técnico americanista, carga con un lastre de seis partidos ya sin encontrar la fórmula para vencer a los equipos que dirige Guillermo Vázquez. Le pasó con Tijuana, y ahora lo sufre con América, equipo con el que sumó su tercera derrota, que sumado a tres empates ante los equipos de Memo, frustran en definitiva la capacidad del Turco.

 

Del primero y octavo lugar ni quién se acuerde. América estuvo muy lejos de mostrarse como el dominador de la Liga, y Pumas no pareció un equipo que entró a la Liguilla por el milagro que le supuso su último partido en casa. Sobre la grama universitaria amarillos y auriazules se enfrascaron en un duelo de sobresaltos, sobre todo de parte de los felinos, quienes no se fueron arriba en el marcador durante el primer lapso porque Moisés Muñoz estuvo elástico.

 

Enfrente, los visitantes adolecieron, como era de esperarse, la baja de Rubens Sambueza por lesión. Por eso lo mejor para América llegó en el balón parado; un tiro de esquina que Jesús Molina remató picado para un Pikolín que vio angustiado como Romagnolli apagó el conato de fuego. Minutos de infructuoso dominio visitante, sólo de balón, porque el peligro estuvo del lado local, ya fuera con la picardía de Cortés, la movilidad de Sosa, o los desbordes de Dante López.

 

El arranque del segundo tiempo no fue diferente; Pumas terminó el primer lapso apedreando el arco águila y de igual forma arrancó el complemento, exigiendo a que Moisés desquitara sueldo y prestigio. Primero por parte de Cabrera, y unos segundos después de Ismael Sosa, ¿y la reacción americanista?, si acaso territorial, sin variantes ofensivas, con un Luis Ángel Mendoza intermitente, un Michael Arroyo errático y un Osvaldito Martínez demasiado abrumado. Por supuesto que de Oribe no hablar, abandonado a su suerte en punta sin balones qué rematar.

 

Fue la tendencia; América un fantasma, Pumas incapaz de matar, con ventaja mínima porque Herrera sólo atinó de cabeza al minuto 79, pero falló en el mano a mano. Por eso América salió de CU no muerto gracias al apellido Muñoz, con un equipo enclenque, de incapacidad pasmosa; y ahora en el Azteca las Águilas tienen de dos: ganan 1-0 o por dos de diferencia si les anota Universidad; a Pumas le basta el empate o la derrota por uno si ellos marcan en Santa Úrsula, y claro, habrá que recordarle al incrédulo Antonio Mohamed: ¿Quién dice que no existe la maldición del superlíder?