Incluso antes de que se colocaran decenas de cámaras alrededor de una cancha, de que se instaurara la máxima tecnología para escrudiñar las acciones y de que se montaran complejas operaciones satelitales para emitir el partido a cada rincón del planeta, los deportes de conjunto ya eran el reality show perfecto.

 

Meses atrás, cuando el Tazón de los Profesionales de la NFL se convirtió en una especie de Fantasy en el que los aficionados votaron por quienes lo jugarían, explicaba en este espacio por qué me parece que el deporte es el genuino precursor de la denominada “telerrealidad”: las relaciones en un espacio determinado entre varios jóvenes, los afanes y frustraciones de jalar hacia un lado, los bemoles de enfrentar a un rival con idénticos intereses pero en tu contra, las emociones a cada instante, la multitud de historias que interactúan desde cada jugador, la narrativa (épica, trágica, lírica) sobre el terreno de juego, héroes y villanos, protagonistas y antagonistas, reyes y motines.

 

Si en la Fórmula 1 ese Big Brother ha llegado a que podamos oír parte de la comunicación del piloto con su escudería y en las ligas europeas se ha hecho común que los futbolistas se tapen la boca al hablar para que sus labios no sean leídos por especialistas, en el cricket (en estricta apariencia, el deporte más fiel a su rancia tradición) se ha dado un paso más allá: se permitirá que los aficionados escuchen los diálogos sostenidos entre los cuatro oficiales.

 

Sea en jugadas controvertidas, sea en comentarios frívolos relacionados con el juego, sea sobre meras especulaciones, sea sobre el clima, quedará al descubierto el universo de los umpires del cricket (que suele incluir como peculiares asignaciones para uno de ellos el cargar la sudadera del jugador que batea y para otro el llevar bebidas a sus colegas sobre el césped).

 

cricket

 

Esto será experimentado en la serie entre Australia y Sudáfrica, con la voluntad recalcada por parte del ICC (Consejo Internacional de Cricket) de que en la edición 50 de la Copa Mundial de esta disciplina, a realizarse a inicios de 2015, se mantenga tal medida.

 

Se ganará en transparencia, pero sin duda también en controversia. Un oficial defendiendo ante otro su opinión, las dudas en acciones determinantes, lo que se llegue a escuchar de parte de los jugadores (más allá de que en este deporte no suelen suscitarse comportamientos altaneros o insultantes como los inherentes al futbol).

 

Pese a todo, un buen experimento. Así como el cricket instauró la tecnología como apoyo al arbitraje unos años atrás, ahora emprende esa apertura total.

 

Inevitable remitirnos a un árbitro mexicano de futbol que hizo algo parecido 17 años atrás: Eduardo Brizio, quien accedió a portar un micrófono durante un cotejo de liga mexicana sin haber consultado a los federativos (que, evidentemente, se lo habrían prohibido).

 

La tecnología sigue ganando trecho en el deporte, aunque me temo que es más el afán de acercarse a la telerrealidad perfecta y el permitir que los aficionados vivan una experiencia más intensa, que la preocupación por incrementar el acierto arbitral.

 

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