Hace poco leí un libro sobre bio- neuro -emoción que habla sobre el efecto que tienen los pensamientos en nosotros, como nos enferman o nos sanan, hoy me doy cuenta de la fuerza que estos tienen, lo que pensamos es energía que se dispara en emociones que pueden ir a favor o en contra de nosotros mismos, dependiendo de que sea lo que pensamos y como lo pensamos.

 

Cada pensamiento tiene una vibración que genera una emoción en nosotros y en los que están cerca, es decir el pensamiento sale cargado de esta energía emotiva. Este pensamiento genera una onda expansiva que se dispara hacia el medio ambiente y al estar interconectados unos con otros, nos afecta a todos en alguna medida.

 

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De ahí la importancia de cuidar lo que nuestra mente genera, esto significa cuidar tanto nuestros pensamientos como nuestras palabras; lo cual me hace recordar al Dr. Miguel Ángel Ruiz en su libro Los 4 acuerdos, cuando afirma: CUIDA TUS PALABRAS, ( como uno de los acuerdos) pues estas tienen gran poder y efecto en el otro y en nuestro medio ambiente; sin embargo, la realidad es que muchas veces no tenemos el cuidado adecuado al usarlas, por ejemplo, cuando maldecimos y gritamos cosas llenas de ira y odio sin tener la consciencia de lo que esto puede generar en nosotros mismos y en el mundo, en esos casos la emoción es la que nos maneja y nos hace explotar.

 

Considero, al ver la sociedad que hemos creado, que ya no es conveniente que sigamos creyendo que no somos responsables del mundo en el que vivimos, empecemos por cuidar lo que creamos con la fuerza de nuestra mente, que sin duda es transformadora infinita por el potencial que tiene nuestro cerebro, y que gracias a la imaginación se nos pueden abrir un sinnúmero de opciones diferentes de ver la vida y mejorarla para todos.

 

Se trata de generar pensamientos positivos que se traduzcan en energía y vibraciones positivas, que nos lleven a la transformación de la consciencia y a un mundo mas amable para todos los que en el vivimos.

 

No se cuanto tiempo tardemos en darnos cuenta de lo importante que es pensar positivo, que dicho sea de paso, no solo es decir “yo pienso positivo”, sino sentirlo desde la profundidad del ser, transformándolo en una forma de ver y vivir la vida; donde nuestras emociones estén conectadas de forma congruente con lo que pienso, lo que siento y con lo que hago, traduciéndose esto al final, en la manifestación de la energía positiva de la que hablamos para transformar al mundo, partiendo de la transformación de nosotros mismos.

 

Mónica Roque V.