WASHINGTON. La ciudad estadounidense de San Luis, Missouri, donde hace dos meses se vivieron intensas protestas raciales, inició en la madrugada del viernes un fin de semana de marchas por la muerte de otro joven afroamericano a manos de la Policía.

 

Unas doscientas personas, según cálculos de medios locales, se manifestaron por tercera noche consecutiva después de que el pasado miércoles un agente de Policía fuera de servicio matara a un joven afroamericano de 18 años, identificado como Vonderrit Myers Jr.

 

Este suceso ha recordado la muerte en agosto pasado de otro joven de 18 años, Michael Brown, que iba desarmado, por parte de un agente blanco en la cercana localidad de Ferguson y que causó una ola de disturbios.

 

La protesta de la noche del viernes se dispersó sin altercados ante la llamada de los líderes de la marcha a evitar arrestos para poder llevar a cabo las manifestaciones previstas para el fin de semana, en las que los organizadores esperan congregar a miles de personas.

 

En la protesta de la madrugada del jueves se produjeron sin embargo enfrentamientos entre la Policía y los manifestantes que dejaron varios detenidos y la quema de banderas estadounidenses.

 

Según el relato del jefe de Policía de la localidad, Sam Dotson, el día del suceso el agente fuera de servicio persiguió a un desconocido y, tras un altercado, el sospechoso sacó un arma y disparó tres veces hasta que se le encasquilló la pistola.

 

El policía entonces abrió fuego e hizo 17 disparos que hirieron de muerte a Myers, quien “no fue ajeno a la aplicación de la ley”, dijo Dotson el jueves.

 

El joven afroamericano, según documentos del tribunal de Misuri, había sido convocado a presentarse a una audiencia en noviembre próximo, por cargos presuntamente relacionados con el “uso de armas y resistirse a un arresto”.

 

Al parecer, el joven fue imputado por “una persecución por parte de la Policía por exceder los límites de velocidad permitidos y una colisión posterior”.

 

Según las fuentes judiciales, tras el accidente de coche, Myers, que iba como pasajero, salió corriendo con una pistola y la arrojó en las alcantarillas, de donde fue recogida por la Policía.

 

La madre del joven, Syreeta Myers, aseguró el jueves a los medios de comunicación que “su hijo no iba armado” y que “llevaba un sándwich en la mano cuando le dispararon, y no una pistola”.

 

“La Policía miente. Mintieron también acerca de Michel Brown”, subrayó.

 

El suceso ocurre apenas dos meses después de que la muerte de Michael Brown a manos de un agente blanco en el suburbio de Ferguson, aledaño a San Luis, causara una ola de indignación, protestas y disturbios raciales.

 

La muerte del Brown despertó una vez más el debate racial en el país, todavía con el recuerdo reciente del caso de Trayvon Martin, un adolescente afroamericano que murió a manos de un vigilante voluntario que le disparó en Florida en 2012.

 

 

MG