BOSTON.- La pelota, estampada con un número para la ocasión, picó alto sobre la tierra, por la raya de la tercera base, donde un novato que tenía cuatro años cuando Derek Jeter debutaba en las Grandes Ligas dio un salto para tratar de atraparla de mano limpia.

 

Pero la pelota rebotó en la palma de Garin Cecchini y quedó en la gramilla. Jeter estaba quieto en la primera, con el hit número 3.465 de su trayectoria, sexto en la lista de todos los tiempos y líder de histórico de su franquicia. También sumaba su carrera impulsada número 1.311.

 

Fue el punto final de una brillante trayectoria que abarcó dos décadas, en la que Jeter se estableció como el cabal capitán de los Yanquis, y fue el rostro del beisbol profesional.

 

Triunfante hasta el final, Jeter se despidió con un sencillo remolcador, muestras de cariño de compañeros y rivales, ayudando a que los Yanquis derrotasen el domingo 9-5 a los Medias Rojas de Boston.

 

“Estoy preparado para que esto sea el final”, dijo Jeter.

 

Tres días después de un emotivo adiós en Nueva York, fanáticos con camisetas de los Yanquis atestaron el Fenway Park, la casa de sus rivales más acérrimos, para los últimos turnos del besibolista.

 

El último hit de Jeter fue parte de un racimo de cuatro carreras en el tercer inning, fue reemplazado por un corredor emergente — Brian McCann— y pasó al retiro.

 

“El plan era tomar dos turnos”, dijo Jeter. “Tuve suerte de conectar un hit y suerte que pegó en el lugar adecuado del plato”.

 

La despedida a Jeter le dio algo de importancia a lo que hubiera sido un mero partido de trámite entre los eternos rivales del Este de la Liga Americana, que quedaron fuera de los playoffs al unísono por primera vez en 20 años.

 

Al marcharse del terreno, bajo una prolongada ovación de los aficionados, Jeter saludó a los jugadores de Boston en su caseta y luego abrazó al pitcher Clay Buchholz. AP