Saturados y explorados casi todos los mercados, el futbol implora que de una vez por todas el sur de Asia se deje seducir por las bondades del deporte más global…, pero no será plenamente global hasta que esa región, encabezada por la India, ceda.

 

Hablamos de más de mil 250 millones de personas que incrementarían niveles de audiencia, ingresos por patrocinios, volúmenes de venta de merchandising. Mil 250 millones de aficionados deseadísimos, aunque todavía no convencidos.

 

delhi dynamos

 

Joseph Blatter alguna vez se refirió a los denominados Blue Tigers, la selección de este país, como “un gigante dormido”. A decir verdad, más que dormido, parece todavía no haber nacido. De momento, su representativo está clasificado por la FIFA como el 150 del mundo junto a islas cuya población es apenas el 0.05 por ciento de los Mil 250 millones de habitantes indios.

 

Al mismo tiempo, India posee una liga de cricket cuyas franquicias están valoradas, cada una, en más de tres mil millones de dólares. Sucede que el cricket es la única religión que unifica al país dividido entre hinduistas y musulmanes…, y al exterior, con la Copa de la Amistad, como se llama a los enfrentamientos en este deporte entre los agrios vecinos India y Pakistán, partidos antes conocidos como La Batalla Real”.

 

Blatter sabe que una vez conquistados los mercados de Estados Unidos, el Golfo Pérsico y China, la India es la última tierra prometida que podría tomar tintes de El Dorado para el futbol. Por eso insistió tanto en concederle el Mundial sub-17 de 2017, que será en automático el primer evento de FIFA con participación india (recordando que su selección estaba inscrita para el Mundial de Brasil 1950, pero desistió de acudir al hacerse reglamentario el uso de zapatos; en cuanto a Copas Asiáticas, sólo se ha clasificado a tres).

 

Pese a que en la India se juega el tercer torneo más viejo de este deporte (la Copa Durand, fundada en 1888 y sólo superada en antigüedad por las Copas de Inglaterra y Escocia), apenas en 2012 se efectuó el primer gran intento de lanzar el futbol en este subcontinente.

 

Se trataba de la Bengal Premier League Soccer, que subastó entre sus clubes afiliados a veteranos del nivel de Fabio Cannavaro, Robert Pires, Robbie Fowler, Fernando Morientes, Hernán Crespo y Jay-Jay Okocha. En la subasta, el Barasat se llevó a Crespo al ofrecerle un sueldo de 840 mil dólares y el Siliguri a Cannavaro por 830 mil, mas el proyecto no logró materializase y, tras posponerse el inicio, se suspendió en definitiva.

 

Ahora viene una nueva Súper Liga, con estructuras más sólidas e inversionistas más acaudalados (muchos de ellos, actores de la poderosísima industria de cine local, Bollywood).

 

El franco-argentino David Trezeguet alineará con el Pune City. Alessandro del Piero, tras pasar por la liga de Australia, ahora lo hará en el Delhi Dynamos. Joan Capdevila, campeón del mundo con España, es el fichaje estelar del Northeast United de Guwahati. Luis García, ex de Puebla y Pumas, ha sido presentado por el Atlético Calcuta. Zico dirigirá al Goa. Marco Materazzi, a tres años de haberse retirado, será jugador-entrenador del Chennai Titans, idéntico rol al del ex portero de la selección inglesa, David James, con el Kerala Blasters.

 

Cada uno de los ocho equipos está obligado a contratar siete extranjeros y 14 locales, en este esfuerzo que será seguido de cerca por cada marca y equipo vinculados al futbol.

 

Hablamos de un país que ni siquiera pudo ganar la última Copa del Sur de Asia (perdió la final con Afganistán) y cuyos jugadores nunca han destacado en ligas europeas: cinco han sido contratados por equipos de divisiones menores, sin lograr quedarse.

 

La democracia más grande del mundo es la presa más deseada por el balón. Es el único reducto pendiente. Es el último obstáculo antes de poder decir que el futbol es la criatura más global. Y es mucho dinero.

 

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