Hace falta retroceder 11 años en el listado de campeones varoniles de torneos de Grand Slam para llegar a situación parecida: una temporada en la que dos de los cuatro trofeos importantes fueran conquistados por tenistas ajenos a la élite, compuesta por Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic.

En este 2014, al margen de la victoria de Nadal en París y Djokovic en Londres, Stanislas Wawrinka sorprendió en Australia y Marin Cilic en Nueva York. El último precedente al que me refiero es 2003: entonces, Andre Agassi obtuvo su último Grand Slam al coronarse en Melbourne, Juan Carlos Ferrero lo hizo en Roland Garros, Roger Federer levantó su primer grande en Wimbledon y Andy Roddick mandó en el US Open.

 

2014 US Open Tennis_Ramí

 

¿A 11 años de esa “diversidad”, esto significa el inicio de una nueva era en el tenis masculino? ¿Ha llegado una etapa más competitiva y abierta? ¿A partir de este punto habrá mayor distribución de glorias?

 

En un histórico regreso tras su reciente suspensión por dopaje, Cilic no fue el único que reventó los pronósticos. Sembrado en el lugar 14, venció en la Final al décimo en el ranking, Kei Nishikori. Ese sábado 6 de septiembre, en el que cayeron con relativa facilidad Federer y Djokovic, tiende a ser visto como todo un punto de inflexión.

 

Basta con considerar que de los 40 torneos de Grand Slam disputados entre 2004 y 2013, 16 fueron para Roger, 13 para Rafa y 6 para Nole; durante dicho período, apenas les disputó la hegemonía con cierta consistencia Andy Murray (dos títulos que le llevaron a ser considerado el último de los apodados “cuatro fantásticos”), al tiempo que Gastón Gaudio, Marat Safin y Juan Martín del Potro lograron, respectivamente, arrebatar un certamen.

 

Hablamos de un dominio casi total por parte de esas tres raquetas, ¿qué habría pasado si Nadal no se ve imposibilitado a participar en este abierto estadounidense por culpa de una lesión? Imposible saberlo, pero las mismas ausencias de Nadal, cada vez más recurrentes, reflejan cierto declive (quizá en su forma más inevitable, que es el desgaste físico).

 

No dudo que con 33 años Federer todavía está en condiciones de ganar un Grand Slam más, y más seguro estoy de que Nadal (de 28) y Djokovic (27) abultarán en al menos dos o tres coronas sus brillantísimos listados.

 

Sin embargo, este 2014 puede marcar un giro en una actividad deportiva que fue acaparada como pocas a lo largo de una monótona (aunque apasionante en esas rivalidades) década.

 

Los tres gigantes ahí seguirán, pero a partir de este momento se sospecha una mayor distribución. ¿Algún jugador con tamaños para consolidarse como nueva fuerza dominante? Difícil: una cosa es brillar en un par de torneos al cabo de dos años; otra muy diferente es efectuarlo de manera infaltable en cada uno de los cuatro certámenes que conforman la temporada.

 

Tal vez viendo la incapacidad de los demás tenistas de ser tan constantes y longevos en el triunfo, consigamos dimensionar lo que, en ese orden, Federer, Nadal y Djokovic han representado: por sí mismos, una década.

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