Los terrenos donde se planea construir el nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México no serán expropiados ni comprados pues ya pertenecen al gobierno federal, luego de que los mismos ejidatarios de la zona votaron en Asamblea General a favor de cambiar el dominio de la tierra, aseguró José Carlos Ramírez Marín, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).

 

En conferencia de prensa expuso que “no se debe tener duda sobre la propiedad gubernamental de esas tierras”, por lo que descartó que las inconformidades pongan en riesgo el avance del proyecto.

 

Al cuestionarlo si hubo “argucias” para que ejidatarios de Atenco concedieran el cambio de uso de suelo, el funcionario lo negó. “Es difícil ahora y más en la zona metropolitana que los ejidatarios no estén informados ni tengan buenos asesores y no sepan cuánto vale su tierra; el gobierno se ha conducido con absoluta transparencia”.

 

Surgió la duda luego de que el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) de San Salvador Atenco exigiera la anulación de la asamblea del comisariado ejidal celebrada en junio, en donde se aprobó el cambio de uso de suelo de más de mil hectáreas de uso común a dominio pleno para poder enajenarla.

 

Los comuneros de Atenco explicaron que el comisario ejidal, Luis Quiroga, convocó una asamblea fuera del marco de la ley, en la cual, apoyado por militantes del PRI y familiares de ejidatarios que no radican en Atenco, aprobaron dicha modificación y el cambio de dominio pleno sin autorización de los integrantes del Movimiento en Defensa de la Tierra y mayoría de propietarios de los ejidos.

 

Ramírez Marín reiteró que las cuatro mil 536 hectáreas en las que se construirá el nuevo aeropuerto forman parte del total de hectáreas que son propiedad absoluta del gobierno de la República, por lo que no es necesario adquirir más tierras y aclaró que no hay ningún proyecto de expropiación de terrenos ejidales cercanos a la zona.

 

Añadió que estarían dispuestos a dialogar con los comuneros de Atenco, “siempre y cuando sean verdaderos y auténticos ejidatarios”. Finalmente descartó que las manifestaciones e inconformidades de los comuneros afecten el proyecto y las obras próximas a realizarse.