WASHINGTON. El presidente Barack Obama prepara acciones ejecutivas para aliviar la situación de al menos una parte de los 11 millones de indocumentados que viven en el país. Aunque los esfuerzos para disminuir las presiones sobre estos inmigrantes serían el centro del programa, la Administración evalúa opciones para mejorar los mecanismos del sistema migratorio y agilizar las gestiones de los extranjeros que llegan legalmente al país, todo sin contar con el Congreso, infoma informa el diario The Washington Post.

 

 

Algunos asesores de la Casa Blanca aseguran que Obama hará el anuncio para finales del verano para lo cual varios miembros de su gabinete han sostenido más de 20 reuniones en los últimos dos meses con el fin de buscar opciones para abordar esta temática, añade el Post.

 

 

Pero quienes se oponen a tales propuestas, sobre todo muchos republicanos, argumentan que el aumento del número de inmigrantes disminuiría el número de empleos disponibles para los estadunidenses, en una economía que aún se recupera de los efectos de una recesión global, agrega el periódico.

 

 

“El incremento de la entrada de empleados foráneos sería adicional a los planes de la Casa Blanca para dar permisos de trabajo a unos seis millones de personas que ocuparían plazas en el sector privado o público”, dijo el senador republicano Jeff Sessions, uno de los principales opositores a los cambios en la política migratoria.

 

 

La aplicación de estas medidas, en particular las que sugieren directivos de grandes compañías, daría a la Casa Blanca un determinado nivel de apoyo político, en momentos en que los demócratas enfrentan una dura lucha por mantener la mayoría en el Senado en las elecciones de medio término de noviembre próximo, refiere el Post.

 

 

En esos comicios, estarán en juego los 435 puestos de la Cámara de Representantes, 33 de los 100 asientos del Senado, 38 cargos de gobernadores así como la integración de 46 de las 50 legislaturas estaduales.

 

 

El Senado estadunidense, bajo control de los demócratas, aprobó en 2013 un proyecto bipartidista que intentaba fortalecer los controles fronterizos e incluía la posibilidad del acceso de los indocumentados a la ciudadanía norteamericana, pero la propuesta se estancó en la Cámara baja, de mayoría republicana.

 

 

Según estadísticas oficiales, desde que Obama asumió el cargo en 2009, alrededor de dos millones de indocumentados fueron deportados, la mayoría sin cometer delitos, y solo 20% de los que él expulsó del país, eran personas que cometieron crímenes serios, según datos de organizaciones defensoras de los inmigrantes.