WASHINGTON. La localidad de Ferguson (Missouri) recupera la calma poco a poco después de casi dos semanas de disturbios por la muerte del joven negro Michael Brown por disparos de un policía, mientras comienzan los preparativos de su funeral.

 

Ferguson vivió su segunda noche consecutiva de protestas sin incidentes y, en la tónica de la madrugada anterior, menos personas se concentraron en la avenida West Florissant y volvieron antes a sus casas.

 

“Ha sido otra buena noche”, dijo el capitán de la Patrulla de Carreteras de Missouri, Ron Johnson, a cargo de la supervisión de la seguridad durante los disturbios, quien confirmó que hubo siete detenciones, la mayoría por delitos menores.

 

Si se mantiene este nuevo clima, el lunes podrían reanudarse las clases las escuelas de la zona, que fueron cerradas por precaución desde que comenzaron los disturbios.

 

“Tienen que volver a abrir, pero lo harán cuando la comunidad esté segura”, dijo Johnson.

 

También el lunes se celebrará en un templo baptista de Ferguson el funeral por Michael Brown, en el que se prevé hable el reverendo Al Sharpton, un influyente líder afroamericano que ha sido muy crítico con este caso.

 

La pacificación en las calles se produce después de una semana que comenzó con la movilización, el pasado lunes, de la Guardia Nacional, un cuerpo estatal al que se recurre en catástrofes naturales y situaciones de desorden público.

 

Sin embargo, la decisión de desplegar esta milicia no sirvió para calmar la situación en Ferguson, que ese día vivió una de las jornadas de disturbios más duras desde la muerte de Michael Brown, de 18 años, que iba desarmado, y fue tiroteado por un policía al menos seis veces, en circunstancias aún por esclarecer.

 

Este caso ha desatado las tensiones subyacentes en este suburbio de 21 mil habitantes al norte de Saint Louis, en el que dos tercios de la población son afroamericanos pero en el que tan solo 3 de los 50 agentes de la policía local lo son.

 

“Es fundamental entender que las protestas en las calles son sobre algo que va más allá de otra muerte prematura de un adolescente”, señaló Sam Fulwood, analista del Center for American Progress, que hizo referencia a la desigualdad y la pobreza que se viven en algunos suburbios en Estados Unidos.

 

Según Fulwood, después de este incidente “puede ser el momento en que esta nación comience a liberarse de las antiguas nociones sobre la raza y el poder, y que comience a abrazar una visión moderna de una sociedad que no puede darse el lujo de permitir que la desigualdad económica y la injusticia racial continúen”.

 

El presidente Barack Obama, el primer mandatario negro del país, ha hablado en dos ocasiones sobre el caso para expresar su pesar por la muerte de Brown, que calificó de “desgarradora”, y ha llamado a la calma, pero se ha mantenido cauto para “no prejuzgar” lo sucedido.

 

Sin embargo, el mandatario quiso subrayar su apoyo a Ferguson con el envío a la localidad del fiscal general Eric Holder, también afroamericano.

 

Holder desplegó su empatía con la comunidad: “Yo también soy un hombre negro”, dijo después de explicar que él también había sufrido casos de discriminación racial.

 

El fiscal general se reunió este jueves con los agentes y los fiscales federales que están llevando a cabo una investigación independiente de la de las autoridades locales, así como con estudiantes, líderes comunitarios y la propia familia de Brown, a la que garantizó una investigación “exhaustiva” y “justa”.

 

“La visita de Holder nos devolvió algo de confianza”, dijo la madre de Brown, Lesley McSpadden, en declaraciones a CNN.

 

Después de constatar el miércoles por la noche que la calma había vuelto a la ciudad, el gobernador ordenó el jueves la retirada paulatina de la Guardia Nacional, que cuenta con equipamiento militar y vehículos blindados.